El cierre de la ventana estival presenta un Real Zaragoza que, en teoría, mejora en poco su arquitectura deportiva. Se ha cubierto en plantilla el puesto de delantero centro con galones de titular y se ha conseguido dar salida a Narváez como movimientos de cierta enjundia. El resto de las operaciones, salvo el salto de Puche a la profesionalidad, apenas tienen relevancia –salvo para liberar masa salarial– para un equipo que, con todavía con una ficha libre, puede hacerse con un futbolista en paro que le dé textura ofensiva por los extremos. De esa decisión dependerá que cambien en algo su actual fisonomía, que aún muestra puntos frágiles y que puede acusar la marcha de Chavarría si el colombiano Fuentes no iguala el rendimiento del lateral catalán.
Juan Carlos Carcedo cuenta con un bloque duro y demasiadas piezas de recambio. Algunas próximas al simbolismo, casos de Rebollo, Ratón, Vigaray o Lasure, o a una participación que se presume que será baja a lo largo de la temporada como Petrovic, Zapater, Luna o Quinteros sin descartar que Larrazabal, pese a ser del gusto del entrenador, regrese a las sombras. No se ha conseguido un futbolista definitivamente diferencial, con la esperanza más que la certeza de que Makhtar Gueye sea el mesías ofensivo que lleva esperando el Real Zaragoza en las últimas temporadas. El senegalés marcó 12 tantos el curso pasado en el Oostende, desde donde ha llegado cedido con una opción de compra ogligatoria en caso de ascenso, pero desde diciembre hasta abril sólo vio puerta en dos ocasiones. Este ejercicio había disputado 35 minutos en cuatro partidos de la Jupiler Pro League…
Su espectacular físico y su dominio del área son sus mejores avales en nuevo intento de reivindicación profesional, tan común en este Real Zaragoza experimental y abaratado. Se buscaba un punta bien distinto, más dinámico. No es, ni de lejos, el prototipo de atacante que se pretendía, pero se confía en que explote su mejor versión en La Romareda. Un nuevo acto de fe. Iván Azón va a tardar aún en reincorporarse a la dinámica competitiva del equipo, por lo que Gueye tendrá tiempo y espacio para mostrar su potencial. En el caso de lo que consiga, Azón volverá al punto de partida, es decir al banquillo después de haber dado muestras de que la titularidad le sienta bien. No hay debate porque no se ha producido la comparación, pero será interesante comprobar el nivel real de Gueye y si realmente está por encima del canterano.
Si Azón recuperase su lugar en el once, no sería una buena noticia en el aspecto colectivo. El problema de raíz es que la dirección deportiva no ha sabido adquirir un delantero de nueva o vieja generación pero contrastado, con un mínimo de garantías en la faceta realizadora. Gueye promete fiereza, juego aéreo y balones luchados que caerán para una segunda opción de sus compañeros. Justo lo que se lee en el cartel de Azón, quien a su favor posee más velocidad y capacidad de presión sin obligarse además a que Carcedo tenga que plantearse variar su idea táctica para buscar frontalmente al senegalés, porque por los costados no hay quien pueda alimentar al gigante.