Los profesionales que han devuelto al equipo aragonés a la élite a lo largo de su historia reciente reunían la experiencia de haber sido jugadores importantes y entrenadores de primer nivel
No haber sido un destacado futbolista a nivel profesional o de primera línea no implica que se pueda ser un entrenador notable o de éxito. Rafa Benitez, Jorge Sampaoli Arrigo Sacchi, Julian Nagelsmann, André Vilas-Boas, Carlos Alberto Parreira, Alberto Zacheroni o Carlos Quéiroz lo pueden testificar. Sin ir más lejos, Víctor Fernández. Existen otras teorías, fundadas en datos relevantes, que dictan lo contrario. El Real Zaragoza presentó ayer a Miguel Ángel Ramírez, un técnico sin biografía como jugador que procede de la escuela vocacional, con un amplia formación de base aderezada por sus oscilantes aventuras en banquillos internacionales y un breve paso por el Sporting. Viene avalado por la ilusión de hacerse cargo de un coloso en llamas y por unos informes de buen comunicador que se ha labrado a lo largo de su carrera. No es el primero que busca fama en esta atractiva plaza sin un pasado como soldado de campo. Antes, en las doce temporadas anteriores, le han precedido colegas con su mismo o parecido currículum amateur en los terrenos de juego.
Como el grancanario, David Navarro, Víctor Fernández, Fran Escribá, Julio Velázquez, Natxo González y Lucas Alcaraz jamás pisaron como futbolistas vestuarios de categorías por encima de las regionales y en algunos casos ni eso. JIM, Iván Martínez, Raúl Agné e Imanol Idiakez conocieron la 2ª B como techo, mientras que Juan Carlos Carcedo y Paco Herrera (este último con un par de campañas en el Sporting en Primera) tuvieron su hábitat en Segunda. Ranko Popovic completo una errática travesía de defensa central por su serbia natal, Grecia, Austria, España (Almería)… César Láinez, Luis Milla, Lluís Carreras y Víctor Muñoz son los únicos de los 19 que se han sentado en el banco de La Romareda en este periodo que, en mayor o menor medida, saborearon lo más dulce de este deporte con las botas puestas.
De ese cuarteto, sólo el zaragozano Víctor Muñoz reunía las condiciones de futbolista grande y entrenador con prestigio antes de que se pusiera en contacto con él Agapito Iglesias para sustituir a Paco Herrera. Dos Recopas (Barça y Sampdoria); una Liga; tres Copas (una con la Sampdoria); dos Copas de la Liga y una Supercopa en el conjunto culé; un Mundial, México 86; el aragonés con más internacionalidades, 60, y dos Eurocopas, Francia 1984 y Alemania 1988. Ya en funciones de entrenador, tras su estancia de tres cursos en Primera con el Villarreal, en el Real Zaragoza conquistó en 2004 la Copa frente al Real Madrid y la Supercopa ante el Valencia. Estaba a un punto de la promoción de ascenso cuando Carlos Iribarren, responsable deportivo por la gracia de Dios, lo destituyó por antipatía personal. Era, según indica la historia del club siempre que se ha dado esta situación, el arquetipo ideal para que el equipo retornara lo antes posible a su territorio natural.
En caso de descenso, el Real Zaragoza no tenía por costumbre estar más de una temporada en el infierno siempre eligió para el timón a profesionales que le ofrecieran garantías sustentadas en experiencias de nivel futbolístico y técnico. Para el reto del ejercicio 2008-2009, se firmó a Marcelino García Toral, un correcto centrocampista del Sporting de los 80 que ya en su etapa de director de orquesta había subido al Recreativo a Primera y que también había cursado una campaña en la cumbre con el Racing de Santander. Paco Flores, delantero del Espanyol, cogió a los periquitos y los hizo campeones de la Copa contra el Atlético para en la 2002-2003 conducir al Real Zaragoza a Primera. 24 años antes, Arsenio Iglesias, delantero del Deportivo, el Sevilla y el Granada, hizo una parada en la capital aragonesa después de haber ascendido al Deportivo y comandar tres temporadas al Hércules en Primera. Con el Bruxo de Arteixo, el Real Zaragoza fue campeón de Segunda. Rafa Iriondo había sido una leyenda del Athletic de posguerra (Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza) y, con una Copa ganada con el Athletic como entrenador, aterrizó en La Romareda para rubricar el regreso en 1971-1972.
En los otros cuatro ascensos desde su fundación (1936, 1942, 1951 y 1956) el Real Zaragoza recurrió para su banquillo a entrenadores que habían dejado una huella más o menos profunda en el club como jugadores: Olivares, Quincoces, Juanito Ruiz y Mundo. Miguel Ángel Ramírez se dispone a romper todas las barreras de la política zaragocista, la de convertirse en el primer profesional que sin haberse calzado unas botas con pedigrí y con una carrera muy corta en el panorama nacional y en Segunda consiga poner en marcha el ascensor que lleva doce años averiado en la planta baja, donde yacen técnicos que por una u otra causa no dieron la talla.