El Real Zaragoza de Víctor Fernández conserva todos los vicios en la primera parte y se nutre del coraje del central en la segunda en busca de un empate abortado por la perenne falta de gol (0-1)
Víctor Fernández quería que todo lo que sucediera en el partido tuviera el balón como protagonista en los pies de sus jugadores, pero fue el Espanyol el que se adueñó de la pelota en la primera parte para marcar su gol y resistir el resto del encuentro el coraje del Real Zaragoza, propietario de la segunda mitad gracias al soberbio aunque infructuoso alzamiento de Francés. El central capitaneó a un equipo inflamado por su fe y calidad y tuvo la gran ocasión de igualar el choque en un cabezazo que Pere Milla sacó bajo palos. También Bakis, titular pese a su manifiesto bajo estado de forma, tuvo una oportunidad al empalar un centro lateral que se marchó por poco por encima del larguero. La Romareda, con la entrada más espectacular de la temporada, empujó todo lo que pudo en esa fase de acoso pasional que los catalanes atravesaron con mucho sufrimiento, pero los viejos vicios supusieron un lastre demasiado pesado para evitar una nueva derrota. Entre ellos, cómo no, la perenne falta de gol que se tradujo en la cuarta jornada consecutiva sin ver puerta.
El Espanyol puso tierra de por medio a los siete minutos. Con un contragolpe de decisiones rápidas y precisas que hallaron un socavón en el lateral derecho. Mouriño fue el elegido para esa posición por delante de Gámez y Zedadka y las primeras de cambio desertó de esa zona para que la apuñalara Brian Oliván con un centro de altísima escuela que Puado empujó a la red entre Francés y Jair, este último empeñado en destruir todo lo que se cruce en su camino sin miramientos ni dirección. Parecía el anuncio de un paseo militar de los catalanes que empezaron a fluir con metros para correr y pensar, dirigidos por Aguado y con Braithwaite como amenaza constante. El Real Zaragoza, aniquilado el sistema de los tres centrales para dotarle de otra personalidad menos achatada de ambiciones, persiguió sombras muy lento, con una circulación pesada, intentado que Valera y Mollejo crearan superioridad por dentro pero colapsando los pasillos y reduciendo a la mínima expresión el fútbol por fuera, por donde Lecoeuche tampoco dio mucho de sí. En ese estancamiento en el pasado de los locales, el equipo de Manolo González halló todas las facilidades para salir sin presión y combinar a su antojo, cerca de Badía aunque sin inquietarle en exceso.
No había atisbo alguno de un giro radical en el juego, más bien un agrio reflujo de sensaciones ya vividas. Víctor Fernández tendrá que esperar al año que viene, si logra convencer a Cordero y Sanllehí para que le reconstruyan una plantilla ahora atribulada, para demostrar que sus teorías siguen vigentes y puede liderar un conjunto con cara de ascenso. Hoy en día le va a resultar imposible cambiar algo que no sea la dinámica perdedora heredada y que ha saboreado en su cuarto debut. Lo que sí consiguió el entrenador es que el Real Zaragoza regresara al partido para competirlo por raza, como siempre en las alas de Francho y en la exuberancia de un Francés, ya sin el lesionado Braithwaite en el campo, que alimentó a sus compañeros con furia y soluciones clarividentes desde su posición de defensor atacante. Un frentazo del canterano estuvo cerca de premiar ese periodo donde todos subieron un punto en su rendimiento, sobre todo Valera, con el Espanyol acongojado aunque contundente tras la diana de Puado.
Azón entró por un Bakis recién salido del taller de reparación, se recurrió a la frescura del juvenil Liso y a Manu Vallejo, en su acostumbrada línea de ectoplasma, de espíritu sin destino conocido. No hubo forma de conquistar el área de Joan García, escudado por pretorianos como Víctor Ruiz, Cabrera y Omar. Francés, el único futbolista con auténtica proyección hacia la élite, no pudo con todo y el Real Zaragoza se queda para salvar la categoría y no distraerse un solo centímetro por sencilla que parezca la permanencia. Víctor Fernández, como sus antecesores, tendrá que seguir organizando aquelarres e invocando al gol. Tan sencillo y tan peliagudo como eso, lo de toda la vida. Por mucho toque que predique, el balón suena hueco por dentro y por fuera. Sin aire cuando se mira a la portería de enfrente.
0– Real Zaragoza: Edgar Badía; Mouriño, Jair, Francés, Lecoeuche (Fran Gámez, min. 91); Francho (Marc Aguado, min. 86), Germán Valera (Manu Vallejo, min. 86), Toni Moya, Maikel Mesa, Mollejo (Liso, min. 65); Bakis (Azón, min. 65).
1 – RCD Espanyol: Joan Garcia; Omar El Hilali, Oliván (Óscar Gil, min. 78), Víctor Ruiz (Sergi Gómez, min. 71), Cabrera; Aguado (Nico Melamed, min. 71), Rubén (Jofre, min. 27), Gragera, Bare; Puado, Braithwaite (Milla, min. 45).
Goles: 0-1, M.07: Puado.
Árbitro: Arcediano Monescillo (Comité de Castilla-La Mancha). Mostró cartulina amarilla a Olivan (m. 31), Víctor Ruiz (m. 37), Joan Garcia (m. 58) y El Hilali (m. 69) del Espanyol.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la trigésimo primera jornada de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio municipal de La Romareda ante 29.468 espectadores. En los prolegómenos del partido se homenajeó a los campeones de la Copa de 2004 y de la Supercopa de ese mismo año.
Impresiones de Víctor Fernández
Pésimo partido. Quieren pero no pueden. Desde que el Español ha marcado su gol, y hasta el final del partido, ha tenido controlado el partido frente a un inoperante R. Zaragoza que le viene grande la segunda división.
El enfermo sigue en la UVI pero ha abierto sus ojos en mucho tiempo, al menos sabemos lo que Victor no quiere, utilizando un simíl educacional los dos anteriores profesores de este curso han inculcado, pases de seguridad, no arriesgar, no encajar, que no pase nada en el partido, lo que quiere Victor es arriesgar que el jugador tome decisiones y valentía para ir contra el arco contrario, la idea es buena pero tardará en dar frutos que con la plantilla diseñada lograra salvar la categoría, la limpieza debe ser absoluta, faltan 2 perfiles de futbolistas, con carácter y garra sobre el campo y construir el equipo con centrocampistas llevamos 11 años sin centro del campo y como guinda al pastel gastar dinero en un goleador, a quien ha desnudado el partido de hoy es a Cordero/Sanhelli, directos responsables de una nefasta planificación.
Lo habitual, encajas un gol y partido perdido. No existe capacidad de reacción en este equipo. Primera parte lamentable con huecos y espacios sin protegerx verdaderas autopistas por donde circulaban sin marcaje los delanteros del Espoñol y segunda parte algo más presionan te al corregirse ese defecto.
Imprescindible que desde ya, se comience a pensar en la reconstrucción del equipo. Éste nos mantendría siempre en mitad de la tabla y mirando al descenso.
Se precisa un centro del campo que construya, gente que encare y sepa regatear, esto es algo que no se conoce aquí desde hace mucho tiempo, y un delantero centro de garantías.
Más de lo mismo. El enfermo no mejora. Mala pinta tiene.