El entrenador del Getafe B, de Segunda RFEF, se dispone a coger un equipo que solicita a gritos alguien con mucha mayor experiencia para esta misión al límite
La multipropiedad, con Mariano Aguilar a la cabeza, sigue jugando a la ruleta rusa con el Real Zaragoza, con el matiz diferencial de que lo está haciendo con una bomba atómica, un arma de bella empuñadura histórica pero de destrucción total desde hace 12 años que en esta ocasión ha activado la cuenta atrás sin que nadie tenga la clave para detenerla. Y lo ha hecho desde el principio. Primero sembrando la ilusión del ascenso sin tener ni la predisposición ni la convicción en ese objetivo, y segundo yendo de la mano de un entrenador, Víctor Fernández, soñador de sus propias alucinaciones.
El fracaso se vio venir muy pronto y el técnico aragonés esperó a que el submarino recibiera varios torpedos para escapar por la escotilla de la dignidad y bloquearla para el resto de la tripulación. El misil balístico se entregó a Miguel Ángel Ramírez, una responsabilidad que le explotó en la cara por su falta de experiencia y de pericia para manejarse en situaciones de crisis a todos los niveles, deportivo y social. Y ahora, a la tercera, la ojiva nuclear se quiere poner en manos de un novato, de Gabi Fernández, un técnico en prácticas en el Getafe B, de Segunda RFEF. Este malabarismo supera a los anteriores: el ensayo apunta a la catástrofe salvo que el Eldense diga lo contrario.
La apuesta por Gabi, aún por cerrar con un Getafe que tiene sus derechos, no hay por dónde cogerla porque se trata de algo inaceptable, de experimentar cuando lo que pide el momento es un profesional con cicatrices bien profundas en este tipo de situaciones. El exjugador del Real Zaragoza, donde dio un rendimiento sobresaliente durante cuatro temporadas y del Atlético, club en el que alcanzó la capitanía, títulos y gloria para convertirse en el brazado armado de Simeone, posee una fuerte personalidad y un grueso carácter ganador. Esos son sus avales, garantías sin embargo insuficientes para alguien que no se ha sentado todavía en un banquillo profesional.
Se está ofreciendo el equipo a un novato que no tiene nada que perder y mucho que ganar, a un exfutbolista que viene a hacer fortuna si logra la salvación y que se irá sin un rasguño en el caso de lo peor. Gabi, como es lícito, aprovecha su momento, pero el Real Zaragoza solicita a gritos otro tipo de especialista, alguien con más recorrido, capaz de manejarse en escenarios en los que no le tiemble el pulso cuando deba elegir entre el cable rojo y el azul.
El nombre de Juan Ignacio Martínez ha estado sobre la mesa, pero definitivamente se ha descartado. El alicantino se ajusta, si no al cien por cien, sí en un alto porcentaje a lo que reclama este Real Zaragoza, muy diferente al que salvó de forma milagrosa y condujo por una temporada serena. Muy distinto porque, en principio, carecía de herramientas futbolísticas inferiores al actual. El desarrolló de la competición ha descubierto que los boquetes defensivos sin cubrir en verano ni en invierno, en el fondo lo que se ha llevado por delante a Juan Carlos Cordero, han rebajado a la mínima expresión la competitividad del grupo.
JIM, o alguien de similar casta profesional, se desempeñaría en otra atmósfera, también viciada pero con una tendencia de arriba a abajo. No obstante, las botones que presionar son similares en bastantes aspectos: crecimiento urgente de la credibilidad individual y colectiva, una rebaja de las tensiones pese al ensordecedor sonido de las alarmas y calibrar con exactitud los puntos que se necesitan y de dónde sacarlos. Desdramatizar sin eludir la trascendencia de cada paso corto, sin más prisas que las del resultado. Gabi no ha vivido estas batallas al límite, con la moral del ejército por los suelos y con mensajes absurdos emitidos desde la capitanía general. Mire como se mire, si se firma un acuerdo, el ejercicio de funambulismo puede hacer saltar todo por los aires.
Estoy totalmente de acuerdo.
También está en Zaragoza Ranko Popovich, que de momento está sin equipo , y creo que sería muy válido para la situación actual.
. JIM hubiera sido ideal pero este club de casposos que se hacen pasar por cosmopolitas sofisticados no pueden aceptar a un señor normal y corriente. Es preciso un charlatán, un cantamañanas, alguien que dé un ambiente «fresco» y juvenil. Para eso, que compren un desodorante. Además, JIM rezaba antes de los partidos y su cosmopolitismo y visión internacional les impide alguien que pueda turbar a ciertas minorías.
Por otra parte, JIM no se merece, si la cosa termina mal, tener que cargar con el sambenito de haber sido el que salía en la foto del desastre. No se lo merece para nada.
El elegido es la confirmación de que la propiedad ya prepara la próxima temporada en 1RFEF. Al fin y al cabo, «Es Zaragoza, es posible».
Finalmente, todo lo comentado no va contra el nuevo entrenador, al que le deseo lo mejor por el bien suyo y de todos.