Gabi, una luz con no pocas sombras

Con la salvación del Zaragoza hemos manejado muchos términos para etiquetar el hecho de que el equipo permanezca en Segunda División. Felicidad, alegría, alegría contenida, alivio, respiro, liberación… Desde luego no son compartimentos estanco, pues tienen muchos matices en común como para no alejarlos demasiado de un mismo campo semántico. Otra cosa es celebrarlo en el sentido activo de la palabra, no en el pasivo, en el que decir “lo celebro” equivale a “me alegro”.

Lo expresemos como lo expresemos, es indudable el temor, congoja, preocupación, nervios… que el zaragocismo ha sufrido durante una campaña llena de avatares, con cuatro entrenadores y en la que ha habido que esperar al último partido en casa, penúltimo del torneo, para asegurar la permanencia y no descender a una Primera Federación de viabilidad por descubrir.

Sobre el terreno de juego fue curioso observar cómo hubo aficionados que pasaron en cinco segundos de aplaudir a rabiar a gritar “directiva dimisión”. Con esas protestas el foco se alejaba de los jugadores, a los que es complicado pitarles estando ahí delante, dudando si acercarse o no, después de ganar un choque decisivo y contentos por seguir en Segunda. Son de Segunda y siguen en Segunda, aunque se les fichó para subir a Primera.

Me atrevería a decir que solo hay una persona que no merecía ninguna reprobación el domingo: Gabi Fernández. El joven míster madrileño ha transmitido cuanto menos ideas claras, personalidad, conexión con el vestuario y la grada. De fútbol no hablemos mucho. Dijo el primer día que no tenía ninguna duda de que lo conseguiría y los números le han salido. No ha torcido el gesto ni mostrado debilidad en tres meses de durísimo trabajo.

Su continuidad, esbozada por él mismo, goza de la aclamación popular. Yo no tengo claro que sea el idóneo para, en un campeonato de 42 jornadas, meter al equipo en Primera. Digo que no lo tengo claro, no que no lo pueda hacer. También es cierto que llevamos tal baile de técnicos en 13 campañas que cuesta encontrar argumentos para desmontar la candidatura de Gabi. Me sorprende que la decisión no la avale un director deportivo que aún no existe, a menos que todo esté pactado entre bambalinas y el telón se abra cuidando los tiempos y las formas.

Parece claro que el mayor porcentaje de la angustia de esta campaña lo tiene la directiva. En primer lugar por contar de inicio con un técnico desfasado, con una dialéctica a veces sobrada y otras llena de incongruencias, que se bajó del barco en el momento en que se le cayó el equipo y se sintió incapaz de pilotarlo. El presidente Jorge Mas lo llamó cobarde con muy finas palabras.

David Navarro fue testimonial y accidentado. Miguel Ángel Ramírez quiso comenzar la casa por el tejado, antes de asegurar unos cimientos con mucha historia que se le vinieron encima muy pronto. Empezó a llamar al mal tiempo y las tormentas le obedecieron. En tan buena hora se fue. De Gabi ya lo hemos dicho todo.

Pero la responsabilidad de la directiva se extiende también a la del cesado Cordero en la elección de los futbolistas, en algún caso de acuerdo o inspirado por Víctor Fernández. Con Mas como figura presidencial en el exilio y en casa un entrenador jubilado pero elevado a los altares por gran parte de la afición, la víctima más débil era un Juan Carlos con piel de Cordero. Se diría que su marcha trajo cierta paz institucional.

Quién sabe si el año que viene, jugando en el futbolín portátil de playmobil, la estructura soporta una gran temporada. Tanto, que se asciende.

One comment on “Gabi, una luz con no pocas sombras

  • Antonio , Direct link to comment

    Me complace leer lo que, desde casi el principio, venía pensando de Víctor Fernández. Mi total conformidad. Víctor no era el apropiado y menos aún para elegir los jugadores.
    Ahora, llegado el momento, diré que tengo muy serias dudas sobre Gabi para pilotar la nave. Temo que ocurra lo que viene sucediendo hace años, que a media temporada se busque, por necesidad, a otro.
    Me sienta mal decirlo, pero es que no confío en Gabi; no le veo capacitado para conseguir nuestro deseo. ¡Ojalá me equivoque!. Otro de mis temores: el fútbol. No he visto fútbol con él en el banquillo

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