El Real Zaragoza se debate entre sumar un punto esta tarde en Ipurua para no recaer de nuevo en la depresión de la derrota o pujar por segundo triunfo consecutivo, el único resultado que da beneficios en su situación
No tiene muy claro el Real Zaragoza a por qué salir esta tarde en Ipurua (18.30). Con un empate no caería de nuevo en la depresión de la derrota y seguiría haciendo caja por segunda jornada consecutiva, pero en su situación, el único verbo que debe conjugar desde el principio es ganar porque ese resultado es el que de verdad le aporta beneficios en su actual proyecto de remontada heroica desde la última plaza del campeonato. Uno u otro objetivo no son sencillos para un equipo que pese vencer el Huesca la semana pasada en el Ibercaja Estadio, conserva su fútbol al vacío, una falta de identidad y de fantasía que intenta compensar por la estrategia del aplastamiento, del esfuerzo, del orden… Del aprovechamiento de la mínima distracción o error del rival. De un golazo de ensueño en mitad de sus pesadillas. Tiene muy poco y además pasa más tiempo en la enfermería que en el campo (bajas para de Akouokou, Tachi, Cuenca, Paulino y Bazdar). Por si fuera poco, el centro de la defensa vuelve a ser su eterno quebradero de cabeza con la ausencia por lesión de Radovanovic, lo que obligará a que, posiblemente Saidu, acompaña a Insua en una posición de seísmos constantes. Una lanificación deportiva de pánico, las lesiones, las expulsiones…
En el caso de que tenga la tentación de dar por buena la igualada en su visita a Éibar, donde los armeros no han caído aún, perderá. Si se lanza a por el triunfo, correrá un serio peligro. Frente a esa disyuntiva y con todas las carencias relatadas, su obligación y su necesidad sólo indican un camino, el de afrontar el encuentro en la conquista de los tres puntos mientras tenga gasolina y llegar a meta aunque sea a trompicones, como ocurrió más o menos contra el Huesca. Rubén Selles necesita un plan, pero sobre todo una fortaleza mental que solape el mayor tempo posible sus limitaciones futbolísticas. En Real Zaragoza, con la mentira del mercado de invierno como maná para reconstruir el vestuario, su armamento se reduce a la lucha, la convicción y a ser un incordio para al adversario. Lo más probable es que el técnico tan sólo realice un cambio y mantenga el resto del once de la semana pasada, con Andrada en la portería, Aguirregabiria y Pomares en los laterales y ese centro del campo con Keidi Bare como guardia de circulación junto a Guti, Valery en la izquierda y Francho una vez más por el carril de sus condiciones maratonianas. Soberón y Kodro apuntan a repetir en fase más ofensiva.
¿Es lo mejor, es lo correcto? Es una incógnita. Los nombres, las tácticas y las ideas han quedado reducidos a un comportamiento colectivo que ayudará algo a lo individual, no mucho, si los resultados acompañan. El Éibar, aunque lo parezca en su estrecho feudo, el menos goleado de Segunda con cuatro tantos en contra, no es invencible. A su favor cuenta con una buena parte de plantilla que lleva años junta y con un sistema siempre muy rentable en Éibar: apretar el gaznate del visitante en su salida, verticalizar los robos en pocos pases y cargar el área contraria de sucesos a su favor. Beñat San José dispone de un bloque sólido, pétreo y resolutivo, con gladiadores como Arbilla, Sergio Álvarez o Corpas y finalizadores de distinto perfil en las figuras de Bautista y Martón. Aun con todo, los guipuzcoanos no son la quintaesencia de ese deporte y más si el rival le planta cara sin cara de susto. Ahí está la clave de este Real Zaragoza asustadizo. El empate no es bueno en el fatal emplazamiento donde se halla. Si entiende eso y se muestra ambicioso, quizás no le alcance para vencer e incluso se vaya sin botín alguno, pero habrá invertido en actitud para un futuro que exige un equipo sin complejos por muchos defectos irreparables que arrastre en su maquinaria.
✅ Los para Eibar pic.twitter.com/NFZCWOTAn5
— Real Zaragoza (@RealZaragoza) November 21, 2025

