Giuliano, Mollejo y Vada, el triángulo de la vida

El Real Zaragoza ha vencido en tres de los cuatro partidos que han coincidido en la alineación. El conjunto aragonés les debe nueve puntos y seis de los siete goles que lleva a su favor

Este Real Zaragoza mortecino la mayor parte de los encuentros por falta de calidad individual y casi siempre conservador por obra y gracia de Juan Carlos Carcedo, suma ya 16 puntos, una cantidad nada despreciable teniendo en cuenta el rosario de limitaciones que cuelga de la plantilla. La victoria rotunda en Tenerife ha provocado una pausa para respirar si no a pulmón abierto sí para firmar una tregua con el perturbado sistema nervioso del grupo y de la afición. Carcedo baja escalones en la guillotina y la visita del Andorra este martes se afrontará con la grada más calmada. Aunque todavía todo tiene algo de ficticio en la clasificación, el equipo aragonés se aleja de la zona de descenso que acariciaba y se prepara para otra jornada cuyo rendimiento no deja de ser una incógnita dentro de un marco por lo general de sufrimiento.

En este arranque de campeonato convulso y sin gol, cuestión también resuelta en el Helidoro Rodríguez, emerge una circunstancia que va más allá de lo casual: en tres de las cuatro ocasiones que Giuliano, Vada y Mollejo han coincidido en la alineación, los partidos se han resuelto con triunfos. Todos salvo el de MIranda de Ebro de infausto recuerdo. Salvo Simeone, los otros dos apenas habían elevado la voz sobre el resto de sus compañeros y por encima de un fútbol plano, pero este viernes Vada gritó dos goles estupendos y como más le gusta, apareciendo del falso fondo del sombrero de la segunda línea. El argentino, fijo en nueve de las 12 fechas anteriores al viaje a la isla, no había aportado nada e incluso había restado como en la segunda parte en la que saltó el césped en Granada. Mollejo, por contra, en la mochila de su efervescencia lleva una asistencia en Ponferrada y el tanto del triunfo contra el Sporting. Ayer añadió de tacón otro pase definitivo.

De este trío –de la plantilla en realidad–, el Cholito está siendo con mucha diferencia el más decisivo. Tres dianas, una ante el Lugo y un par en El Toralín en la primera alegría del actual curso, son el aval de un futbolista, como ocurrió en Tenerife, de ambición y velocidad afiladas en todos los escenarios. Capaz de actuar en compañía y solo. La lesiones de Azón ha impedido ver con continuidad la productividad de esa sociedad que envía muy buenas vibraciones, pero en la espera, de la confluencia en la titularidad de este triángulo de agitadores el Real Zaragoza mantiene el pulso en la competición. Nueve puntos de 16 que reposan en la caja registradora y seis de los siete goles a favor les pertenecen. Para hallar las causas del éxito de esa convergencia habría que profundizar quizás en un equipo que necesita jugadores que piensan y vean de verdad la portería rival.

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