El sábado puede ser un día capital para que salga a la luz todo lo que se está incubando en las alcantarillas del club, auténtica tierra quemada por donde brotan incendios sin cesar. Aficionados y peñistas, los únicos autorizados a representar al Real Zaragoza, se van a concentrar a las puertas de La Romarada para manifestar su absoluto rechazo a la gestión de la propiedad, y seguirán con el protocolo de quejas en forma de retraso en el acceso al estadio y pañolada en el minuto 32. Mientras llega el partido contra el Valladolid, la semana va dando más motivos a la hinchada para justificar y aumentar sus inquietudes y preocupaciones. Torrecilla se ha puesto con la túrmix que estrenó con Clemente y ha metido dentro a Eguaras, Igbekeme, Bermejo, Yanis, Adrián y Ros, al primero además señalándole como agitador del vestuario. La cruzada del director deportivo, brazo ejecutor de Cuartero y Cía, bajo la peregrina por inviable justificación de crear espacio físico y económico para poder reforzar la plantilla, blande una espada de juguete: vacía el equipo de piezas perfectamente sustituibles pero no tiene, como ya reconoció, ni un euro para fichajes en la ventana de enero. Todo lo que saque de los descartes –y habrá que comprobar cuántos saldrán al final– será calderilla para las necesidades reales de un equipo castigado a sufrir una vez más por la ineptitud de todos sus cargos directivos y de un entrenador que se ha caído con estrépito de su pedestal de héroe.
Con la compraventa abierta a mentiras, rumores y globos sonda con los Aliertas y los Yarzas actuando al estilo de pandillas callejeras, se lanzó un satélite con un hipotético comprador este mismo mes. También que el cambio accionarial se producirá en verano en 2022. Esta sucesión de comerciantes fantasma es una constante dentro de las maniobras chabacanas e irrespetuosas con la verdad de una institución en quiebra técnica. Se negocia con la ilusión del aficionado y se deja de pagar a todo el mundo, con retrasos en los pagos de los propios empleados y un puñado de desembolsos por deuda que se echan encima bajo la amenaza de un estrangulamiento fatal. La pregunta de cómo afecta al rendimiento de los futbolistas esas demoras podría responderse con sus actuaciones en algunos partidos, no en todos. Más o menos afortunados en su estatus social, al final son trabajadores, y no cobrar con puntualidad no es la mejor forma de que el asalariado se motive por mucho que quiera y respete el escudo que representa. Aquí, poesía la justa.
El Real Zaragoza atraviesa la tormenta perfecta en los despachos y en un vestuario agitado y sin grandes personalidades que puedan agarrar el timón al menos en lo deportivo. JIM tampoco. Sus dudas en las alineaciones y en los bruscos giros tácticos de última hora, sus estrategias del miedo para esconder la información de los afectados del covid y los malos resultados de un conjunto del que ha dejado de ser visible capitán emocional, acentúan el caos y la sensación de orfandad ante el choque frente al Valladolid. ¿Quién va a jugar ese partido? Cristian no se ha entrenado esta mañana, al igual que Petrovic y Bermejo. Del puñado de enfermos por coronavirus en las últimas semanas –tres ayer– no se sabe a ciencia cierta quién llegara para este compromiso. Álvaro Gimenez, operado de la fractura del cuarto metacarpiano de la mano izquierda, también es improbable que participe aun con una férula de protección. Vada sigue sancionado. Se da por hecho que Eguaras, Adrián, Igbekeme y Ros ni entraran en la lista… El filial tendrá más presencia que nunca para recibir al segundo mejor equipo del campeonato.
A las 15.15 del sábado y frente a la vieja Romareda, la afición se ha citado para manifestar su descontento, para intentar dinamitar esas alcantarillas y salvaguardar su dignidad y la del club. Es la última esperanza blanca que le resta a un Real Zaragoza que arde por los cuatro costados sin un solo palmo de tierra por quemar por la política incendiaria de sus nerones.
El sábado puede ser un gran día. Para bien o para mal
¿ Donde están los grandes empresarios tan «zaragocistas», cuando todo iba bien?
Estos «dirigentes», me recuerdan a Agapito: cogieron el Club, para sus inconfesables intereses. Nunca por zaragocismo.