Indicios de que la compraventa del Zaragoza será a la baja

La desinformación, en ocasiones, trae consigo la información. El pasado 12 de abril, Cope Zaragoza, anunció que un grupo de inversión estaba próximo a hacerse con el gran parte del paquete accionarial del Real Zaragoza y que el ciclo de la Fundación 2032 había termimado. Dos meses después, nada se ha confirmado y la atmósfera se ha cargado de suposiciones y especulaciones en los diferentes medios de comunicación locales, con la certeza general de que la operación existe y sigue un curso natural de confidencialidad. En paralelo a esa negociación real se genera una duda compartida: en qué medida ese nuevo propietario aportará capital para un nuevo horizonte competitivo con el ascenso en el punto de mira o simplemente se producirá un relevo en la parte mayoritaria, en manos de César Alierta, sin que suponga una gran inyección económica para el club. El desgaste del máximo accionista ha sido, sin duda, el motor de este seísmo cuyo epicentro continúa sin localizarse aunque se encuentra más cercano al deseo de abandono del proyecto del empresario aragonés que a un gran interés externo por adquirir la propiedad en quiebra y con un valor patrimonial casi testimonial. En este sentido, todo apunta a que se producirá el cambio pero sin ningún gran desembarco. Sería una recogida de testigo que implicaría pocas variaciones incluso en el organigrama de los ejecutivos actuales.

Los indicios indican que la compraventa del Real Zaragoza, a la espera de que el 16 de junio se sumen las necesarias adhesiones a la propuesta de modificación del convenio de acreedores, sería a la baja y sin grandes giros en la política institucional. El hecho de que Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez hayan recibido la bendición de Luis Carlos Cuartero para que trabajen en una dirección concreta, la de configurar una plantilla de segunda fila, es una señal de que el nuevo o nuevos accionistas principales no tienen previsto grandes dispendios. El director deportivo trabaja sujeto a una situación de eventualidad que le impide avanzar en las contrataciones, si bien ya ha habido un movimiento en cuanto a las bajas que son necesarias en la plantilla, informado a los futbolistas con contrato en vigor que no se cuenta con ellos. La ambigüedad, la prudencia, los tiempos de espera y el torrente de teorías vertido forman un cóctel demasiado espeso que conduce a un reemplazo de poderes y posiblemente a una aportación de capital por descubrir, aunque dirigido a la moderación en todos los sentidos. La marcha de César Alierta no implica que el resto de accionistas sigan sus pasos pese a que dentro de la Fundación sí hay miembros dispuestos a seguir la estela del expresidente ejecutivo de Telefónica después de siete años de un enorme desgaste personal y de imagen como consecuencia de no haberse logrado el principal objetivo en este periodo, el ascenso a Primera.

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