La comparativa entre los 24 partidos de la primera temporada del alicantino y los que lleva el valenciano descubre que el trabajo del actual entrenador no alcanza la magnitud del milagro de Juan Ignacio Martínez
La racha de diez partidos consecutivos sin perder, quebrada con la derrota en el Carlos Tartiere, han servido para que el Real Zaragoza ate por tercera temporada consecutiva su permanencia, que será oficial seguramente la próxima semana. También para elevar la figura de Fran Escribá donde se merece, a la altura de un profesional que ha hayado las herramientas para que el conjunto aragonés siga un curso más en Segunda, el undécimo de forma ininterrumpida. Esta fase invencible del campeonato a la que el Oviedo puso fin ha provocado también una cierta excitación sobre la mejora del fútbol del equipo y sobre la figura del entrenador. Un once reconocible, una identidad táctica, una capacidad de competir contra cualquiera… Tanto tiempo en las cloacas sin ver la luz suele distorsionar algunos aspectos importantes de la realidad de un equipo trufado de medianías donde las pinceladas de Giuliano y Cristian, los brochazos de Bebé, la regularidad de Jair y la generosidad kilométrica de Francho han sido la únicas notas de color en un cuadro muy gris.
Pasear por el alambre suele invitar a la desmemoria cuando se evita el peligro, y es común que el honor suplante al deshonor. El Real Zaragoza ha evitado otra catástrofe y le restan tres partidos para maquillar el curso con pintura barata. En este trienio no ha habido héroes, si acaso Cristian al frente de un pelotón de esforzados con considerable protagonismo de la cantera, y por supuesto Juan Ignacio Martínez con su milagro de la campaña 2020-2021. El técnico alicantino cogió al equipo aragonés penúltimo con 13 puntos y en los 24 encuentros que estuvo al frente (del 18 al 42) llegó a los 50, es decir 37 más (el 51%). En el mismo número de jornadas tras visitar Oviedo (de la 15 a la 39), Fran Escribá ha añadido 33 a los 16 con los que hizo cargo de la plantilla (el 45%). El valenciano está en condiciones de superar en puntos a su colega con tres jornadas por delante, pero sólo en el improbable caso de hacer pleno en triunfos conseguiría igualar el porcentaje de JIM. Tomando como referencia esa misma cifra de 24 partidos, el equipo de Juan Ignacio Martínez está por debajo del de Escribá en goles a favor (24-28), mientras que tendría mejor balance defensivo en tantos encajados (23-24).
Hay otras diferencias que acentúan la distancia de méritos entre ambos, quienes han hecho frente a escenarios si no similares sí con muchos paralelismos como la fragilidad ofensiva y vestuarios con muy pocos recursos para cambiar el guión de los partidos. En las derrotas, JIM se fue hasta la ocho tras la salvación frente al Castellón y la relajación que se produjo contra Mallorca y Leganés, con un 0-5 muy doloroso ante los pepineros en el cierre del torneo. Escribá atesora cinco, por lo que en este aspecto sí ha logrado un bloque más rocoso. Sin embargo, Juan Ignacio Martínez fue bastante más ganador con diez victorias por las siete del valenciano. Contra los seis primeros clasificados, ninguno de los dos puede presumir de hazañas: el primero doblegó al Almería y el segundo, al Granada. La conclusión es que JIM cumplió mejor frente a una misión más complicada, lo que no resta trascendencia a Escribá pero sitúa su tarea y a este Real Zaragoza en el marco que les corresponde.
Para mi dos grandes entrenadores, de diferente carácter, pero dos tipos profesionales e implicados. Con una circunstancia en común…ambos sin los refuerzos necesarios.
Jim, tuvo peor plantilla, y siempre habrá que agradecerle su extraordinario trabajo cuando cogió el equipo en riesgo de descenso.
A JIM se le achacaba ser algo anticuado. Pero al final se demuestra que esto sigue siendo fútbol y que gente como JIM, Aguirre, siguen siendo válidas opciones.