La gestión del aplazamiento del partido Real Zaragoza-Andorra y el anuncio de madruga que se jugará hoy confirman una vez más que en el fútbol las hinchadas han sido aplastadas por el negocio
No tienen vergüenza. Ni LaLiga ni los clubes que forman de ella, matrimoniados por el más infame de los intereses económicos. La gestión del aplazamiento del partido Real Zaragoza-Andorra y el anuncio de madrugada que se jugará hoy desvelan una vez más que en el fútbol las hinchadas han sido aplastadas por el negocio, que las contempla tan sólo como una herramienta de ingresos. La nieve, la borrasca que azotó ayer la capital aragonesa durante unas horas, forzó el aplazamiento del encuentro, lo más natural primero porque la ciudad vivía en alerta y con restricciones de transporte, y segundo porque la logística para despejar el manto blanco que cubría el césped fue una demostración tercermundista de los recursos más primarios frente a la riqueza del producto que se exprime. En esas horas de tensa y ridícula espera, el sainete representado por los responsables para decidir si el encuentro se celebraba o no confirmó que todos son marionetas de un calendario televisivo embrutecido en fechas y horas en nombre del espectáculo aunque haya que retar incluso la meteorología. Esta es la modernidad, la que aboga por las más bochornosas de las genuflexiones frente a la entidad que preside Javier Tebas sin atender con el mínimo respeto a la afición. Miles de hinchas acudieron al estadio bajo su propio riesgo y soportaron las inclemencias del tiempo hasta que se optó por la suspensión, una situación perfectamente evitable desde que se comprobó, muchas horas antes, la cristalina imposibilidad de que se celebrara el encuentro. Pero se olvidaron de la gente y la mantuvieron al margen, para informar pasadas las 20.30, hora prevista en principio para el comienzo del choque, sobre lo que deberían haber hecho mucho antes para evitar semejante desconsideración. Aunque el hincha siga siendo la piedra angular de las emociones del equipo, el que agita su corazón y su bolsillo para que el teatro de Tebas y sus adoradores sea una sucesión de funciones de recaudación sin el menor espacio para la sensibilidad, ha sido desplazado del foco de la importancia que por derecho le corresponde. El anuncio perpetrado con nocturnidad y alevosía, en plena madrugada, de que el partido se disputará hoy puso la guinda a una jornada lamentable en toda su gestión. En la grada, donde hace años había constantes aludes que hacían temblar los cimientos de directivas e instituciones, hoy caen copos de nieve de indiferencia frente al poder del dinero.
Foto Real Zaragoza
Así de triste es.