Fines de semana, además de lunes y viernes, sin fútbol. Vamos, el que nos interesa a nosotros, porque la lucha por el ascenso no es un asunto que nos apetezca demasiado seguir con delectación. Y aunque le tengamos mucho cariño a Joaquín por su trayectoria y simpatía, me tocó el corazón ver a jugadores a quienes había transmitido partidos con un aspecto de personas mayores transitando a cámara lenta como Benjamín o Denilson. Me alegró volver a ver a Toni Doblas y a Ricardo Oliveira, también maduros, o a Raúl y Morientes que aparentan un buen aspecto pero cuyos rostros también denuncian sus años. Incluso Jorge DAlessandro que jugó de guardameta en el Salamanca en mis comienzos, colaborador desde hace tiempo con Jusep Pedrerol, que hizo el servicio militar en Zaragoza y estuvo a mi lado en los programas deportivos locales de la SER en tiempos del presidente Miguel Beltrán.
Volviendo a lo nuestro, al peregrinar por una Segunda División tan maltratada mediáticamente como injusta para la afición aragonesa, habrá que esperar. Tenemos un director deportivo como es Cordero que nada tiene que ver con Torrecilla, que no se despidió de los zaragocistas, y a Fran Escribá, un entrenador que conoce el club por dentro y no es un advenedizo como Carcedo y que se juega mucho en su etapa final como entrenador. De todas formas va a ser difícil concretar una columna vertebral cuyos huesos sean tan duros como el acero y una serie de competidores por el puesto de titular que no actúen como Alarcón, Vada, Larrazábal o Pape Gueye entre otros muchos de la plantilla anterior. Es decir, que la agonía llegará hasta finalizado el mes de agosto cuando se cierre el mercado de verano.