Raúl Sanllehí admitió con humildad que debía ponerse al día del Real Zaragoza, que no quería entrar como un elefante en una cacharrería y que necesitaba personajes y personas que le guiaran por el camino. El director general entrante eligió al saliente, a Luis Carlos Cuartero, para que le haga de lazarillo, una decisión que tomó tras descubrir el «zaragocismo» del exjugador «y los sacrificios que ha hecho por el club». No especificó si tuvo en cuenta que es íntimo de Juan Forcén, otro prohombre del zaragocismo, y amigo de la mayoría de las fuerzas vivas y fácticas de la ciudad, mérito que hay que reconocer al exdirector general, capaz de congeniar de igual manera con Agapito Iglesias que con Jorge Azcón. La cuestión es que el caso Cuartero, teniendo en cuenta de que la mayoría de lo explicado en la rueda de prensa iba a ir por el carril de la oficialidad y el postureo, se ganó el estrellato no tanto por la curiosidad por descubrir cuál es su actual papel en la entidad como por las palabras que le dedicó Sanllehi.
La beatificación hizo que La Romareda se remodelara por sí misma en cinco minutos. La cacharrería saltó por los aires. Sanllehí tiene un pésimo olfato o su gabinete de información le ha vendido al enemigo. Luis Carlos Cuartero, el único director general de Segunda sin ninguna preparación para ese puesto, sigue en activo como «asesor mío y facilitador de la transición», dijo Sanllehí en un tono ligeramente retador. Se había especulado con que el 1 de septiembre, Cuartero, uno de los responsables directos de que el Real Zaragoza haya acabado en la ruina y mendigando por Segunda, terminaría con su etapa en el club. A estas horas, está a la derecha del padre aunque su figura se adivine, como siempre, entre los pasillos. «Me alegro que me hagas esa pregunta. En este club pocas personas he visto con tanta pasión e implicación por el Real Zaragoza».
Sigue: «Me recibió con los brazos abiertos pese a que yo podía ser una amenaza para él. Lejos de mostrarse celoso celos o engañarme me ha ayudado enormemente. Sus consejos me sirvieron para entender muchas decisiones del pasado. Gracias a Charly y a gente como él esta club está donde está. Le pedí un periodo de gracia hasta septiembre y que nos sentaríamos para hablar del futuro. El tiempo le pondrá en su sitio por el sacrificio que ha hecho por este club. Es un zaragocista como la copa de un pino». De pino es el ataúd que ha ido construyendo para el Real Zaragoza desde que entró en el consejo de administración. Sanllehí es un hombre del Vaticano, ya dejó constancia de ello con la santificación de Torrecilla.
Una gran verdad. Gracias a Charly y a gente como él, el Zaragoza está dónde está. Perdido en Segunda División.