La cantera, la mejor y única inversión realista

La economía de los clubes de fútbol, como la del resto la sociedad en general, sufre y sufrirá aún más el castigo de la pandemia y de otras herencias insanas. El escenario invita a los recortes, la moderación y el aprovechamiento de los recursos propios. Nos enfrentamos a un reto impuesto pero innegociable de supervivencia en el que tendrá su lugar el éxito, pero desde una perspectiva de mayor elaboración, profesionalidad y transparencia. El dinero seguirá siendo imprescindible, pero mucho más los administradores que lo gestionen en sus respectivos contextos. El Real Zaragoza, una vez más condicionado por su ingente deuda y su falta de patrimonios y activos, necesitará reinventarse ya no solo por el hecho del cambio de propiedad que se avecina, sino porque esa mudanza de titularidad atenderá a los gastos de una inversión de riesgo, pero en ningún caso a una inversión multimillonaria para cubrir todos los frentes. El que más descubierto quedará será el de la plantilla porque el límite salarial apunta a ser más bajo o similar al de la temporada pasada (8,8 millones de euros).

La operación ‘hermanos de Cándido’, capitaneada por Fernado de Yarza y que promete un becerro de oro pese a las continuas demoradas en la firma del acuerdo que según el Periódico de Aragón se producirá en las próximas horas, conserva su eslogan faraónico. La otra vía que se ha dirigido a la LFP y a César Alierta y que podría haberse difuminado, trabajaba con menos pomposidad, mucho más pegada a la realidad de una empresa que hay que reflotar para, con el tiempo, dotarle de alas para vuelos de altura. La confusión y la tensión provocadas por esa guerra de intereses entre las facciones del expresidente de Telefónica y los minoristas han derivado en una atmósfera irrespirable que exige un marco real, tangible y lo más inmediato posible para establecer una hoja de ruta deportiva y de objetivos. Se cruzan informaciones sobre la defensa a ultranza de sus posiciones en el club aun después de la venta de Fernando de Yarza, de Fernando Sainz de Varanda, del presidente… La toxicidad, en estos momentos, invade el ambiente.

La apuesta por la cantera es un tema muy recurrente y en ocasiones oportunista. Se suele pecar de desinterés en el producto casero o de demagogia cuando se solicita, en periodo de crisis como este, a jóvenes que quizás no dispongan de la cualificación suficiente como competir en ciertas categorías. El Real Zaragoza ha equilibrado sus cuentas con la venta de sus mejores piezas en los últimos años (Vallejo, Guti, Soro…), por lo general a un precio bajo establecido por la nula predisposición de la Fundación 2032 a afrontar los pagos de la deuda de su propio bolsillo. Las consecuencias de esa política de balanceo se ha traducido en una rebaja institucional a todos los niveles hasta que se ha llegado a este punto de no retorno por parte de los patrones, fugitivos despavoridos ante la imposibilidad, por su propio enfoque rústico, de hacer el gran negocio que vislumbraron.

Durante la pretemporada que se inició el miércoles, cinco chicos se entrenan con la primera plantilla. A Javi Hernández y Luis Carbonell, como estaba previsto, se han sumado Guillermo Acín, Pablo Cortés y Ángel López. En un principio, y en una lectura no exenta de lógica, la situación de vacío les ha permitido formar parte de un grupo de trabajo en el que en otras circunstancias no tendrían cabida, sobre todo los tres últimos. Son futbolistas en crecimiento deportivo y humano, en un proceso de aprendizaje que lleva su cocción y su temperatura naturales. Ahora bien, si la propiedad sigue tardando en ir a manos de otros o los nuevos aplican la contención esperada en fichajes, podrían encontrar su lugar. Lo que se necesita urgentemente es confeccionar un proyecto conservador, como insinuó Torrecilla, y valiente al mismo tiempo. Porque la factoría zaragocista, una de las mejores del panorama nacional, no es ni mucho menos un mal negocio si lo que se pretende es salir del paso y construir un escaparate para el futuro más cercano. En la coyuntura actual, el desafío resulta atractivo siempre que la afición, incentivada por el sentido de pertenencia y por un mensaje institucional sin complejos, lo respalde.

El Real Zaragoza, que en teoría tendría que remodelar de arriba abajo el vestuario, sin el cofre del tesoro debe centrar su esfuerzos en vertebrar el equipo con cinco futbolistas de absoluta jerarquía: Cristian, sin duda; un central con liderazgo y personalidad contagiosa; un mediocentro que abrace con carácter y buena bota la línea Maginot; un extremo-extremo para disponer de juego por fuera; y un delantero que antes de entrar por la puerta de La Romareda lleve una decena de goles bajo el brazo a modo de presentación de los 20 que se le pedirán… El resto implicaría una mirada sincera a la cantera para comprometerla, a futbolistas que bien apadrinados en el campo darían la talla suficiente por capacidad, implicación y la oportunidad de entrar en el profesionalismo con un apetito voraz.

Los recientes logros del División de Honor juvenil, representados en las figuras de Francés, Francho e Iván Azón; el porvenir de Clemente, cuya salida en otro préstamo carecería de sentido alguno, o la proyección de Javi Hernández y Luis Carbonell avalan un bloque casero que bien regado de nuevos compañeros con experiencia y licenciatura en este deporte permitiría al conjunto aragonés crecer camino de un nuevo horizonte quizás no exento de sacrificos y sufrimiento pero al menos fiel, sensato y por qué no fértil para, en un porvenir no muy lejano, aspirar a estar entre los mejores. Sin cuentos de hadas, porque, no nos engañemos, todos estos frutos de la Ciudad Deportiva son hoy por hoy la mejor y más segura inversión para el zaragocismo y un dueño que no va derrochar un céntimo más del necesario.

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