Todos los vértices del zaragocismo se están erosionando mientras la temporada se echa encima. La falta de rostro alguno en un club en compraventa y desestructurado en la toma de decisiones a todos los niveles ha desatado una tormenta sin igual entre la afición. Pendientes de la campaña de abonados, de fichajes y de la más mínima explicación institucional sobre el cambio accionarial, el verano es una insoportable travesía. La Federación de Peñas del Real Zaragoza, con una cifra que ronda los 15.000 miembros, es otra de las parcelas sociales que están sufriendo una situación inusual y descorazonadora. Su presidente, Pablo Palomar, explica cómo está viviendo la comunidad este proceso angustioso: «Con bastante incertidumbre y cada día con más preocupación. La Liga pasada ya resultó calamitosa, además viniendo de la enorme decepción de la anterior. La venta, que ya se dejó ver en Navidad y parecía que se iba a cerrar, se va dilatando en exceso. Pasan los días y seguimos igual tanto en el aspecto deportivo como social. El enfado es muy grande».
La orfandad y la impotencia se han adueñado de los peñistas. «Pero no solo de nosotros», subraya su presidente, » sino del zaragocismo en general. La masa necesita con urgencia una declaración institucional. Es lo mínimo que la afición se merece. Entendemos que hay detalles que no se pueden comentar, pero sí poner algo de luz sobre esta oscuridad. Un mensaje de calma con unas líneas básicas, sin necesidad de revelar asuntos de la operación». Palomar comenta que harán saber a la actual propiedad su malestar. «Vamos a dirigir un correo al presidente Christian Lapetra para pedirles que ofrezcan una rueda de prensa o un comunicado oficial que aclare algo lo que está sucediendo».
Duda que puedan viajar durante el próximo curso, uno si no el principal escenario donde expresan su zaragocismo. A la espera de lo que dicte el Gobierno de Aragón sobre las condiciones sanitarias en el aforo de La Romareda, las Peñas, sin su partido veraniego habitual, reducen sus actos a la mínima expresión en un estado de completa parálisis. «No entienden que hay una masa social importantísima detrás del club que necesita saber. No hay equipo, un bloque para competir por grandes cosas… No sé. Nos consuela el magnífico trabajo que se está haciendo en la cantera y que han permitido ventas para la supervivencia. ¿Qué hubiera sido sin esos chicos, sin esa camada estupenda de futbolistas?», se pregunta. Le alivia que Juan Ignacio Martínez esté al frente en este momento tan delicado. «Menos mal. Es una bendición que sea él el entrenador. Otro no hubiera soportado esta presión. Siempre con una sonrisa». La sonrisa que ha perdido la Federación de Peñas mientras espera que alguien se digne a dirigirse a ellos.
A ver si nos hacemos todos a la idea que la famosa venta no se va a dar porque no ha existido nunca; es tan solo una cortina de humo que terminará ahogando a los que la lanzaron y a los que la sufrimos.