Por primera vez en los seis partidos en que ambos ha coincidido en la titularidad, Jaume Grau y Manu Molina fueron relevados antes de acabar el encuentro en Anduva. El valenciano, que había disputado todos los encuentros de principio a fin salvo el de Lugo por sanción y los 11 minutos de Cartagena tras ser expulsado, fue relevado por Francho en el minuto 60 y el onubense dejo su puesto a Eugeni en el 75. Con un rendimiento táctico correcto hasta llegar a Anduva, donde estuvieron toda la tarde sin brújula y superados por un centro del campo del Mirandés mucho más dinámico y veloz, son de los de los futbolistas de mayor confianza para Juan Carlos Carcedo. Gran parte de la arquitectura del equipo rota en el juego de control que les distingue y que alternan según cómo se desarrolle el encuentro.
Molina es el elegido por el técnico como director principal y Grau ejerce un función más estratégica. Juntos pero no revueltos, aunque a un ritmo y con unas características si no similares sí demasiado coincidentes. El entrenador comenzó entregando el mando al primero, pero ahora lo ha desplazado ligeramente a un costado entendiendo que el segundo le ofrece más garantías defensivas. En cualquier caso se trata de dos futbolistas con inteligencia para guardar el balón y entregarlo con un amplio margen de seguridad, pero acusa esa sociedad un gran desapego por la profundidad y carecen de intención para descolgarse hacia arriba en alguna ocasión. En este sentido, Grau posee más registros, pero ese emparejamiento coarta su vena vertical.
El Real Zaragoza ejerció un domino real y poderoso frente al Sporting por las ayudas que recibieron de Vada, Mollejo y Bermejo en esa cita, y ante la Ponferradina, en esta caso por la construcción de bloque muy bajo, pero en el resto de las jornadas han pasado muy desapercibidos en el peso del juego. Grau ha estado casi siempre por encima de la producción de un Manu Molina que está muy lejos de ser el elemento que marque las diferencias en esa parcela como pretendía Carcedo. En Cartagena, el técnico lo tuvo que cambiar tras una actuación trufada de constantes errores, y en Anduva tampoco estuvo a la altura. En cuanto el adversario muestra un perfil más agresivo o valiente o dispone de futbolistas con calidad para el desborde en la medular, el conjunto aragonés sufre y repliega con dificultades.
La disyuntiva, después de un examen de siete jornadas más que suficientes para establecer alguna conclusión, es cómo evolucionar, si es posible, hacia otro fútbol menos previsible. Manu Molina, aun con sus virtudes, no termina de cuajar al frente de la orquesta, y Grau necesita más autoridad en el equipo para expresarse como hizo la temporada anterior. Esa dupla se cayó del pedestal del entrenador en Anduva, pero la verdad es que antes tampoco había compuesto una sinfonía de colores y sabores en la cocina del equipo.