La perversión en el banquillo del Real Zaragoza

Cuatro entrenadores, uno descatalogado y tres sin experiencia con Gabi, acompañan al equipo de las ínfulas del ascenso a la agonía por evitar el descenso

El Real Zaragoza es un equipo enfermo, muy enfermo. La clasificación, a un punto del descenso, explica sin margen para la réplica frente a qué tiempo de paciente estamos. Entró a la competición para luchar por el ascenso y se encuentra en el pabellón de cuidados paliativos, agonizando por evitar el descenso. Es tal la gravedad, que la última medicina que se le va a administrar es un entrenador que procede de Segunda RFEF, Gabi Fernández, y que carece de cualquier tipo de experiencia en situaciones de máximo peligro.

El fútbol es caprichoso, pero no tanto como se pregona cuando se intentan buscar excusas de mal gestor. Puede que el nuevo técnico logre la permanencia, el problema es que deberá hacerlo no con un equipo armado hasta los dientes para esa empresa, caso del Eldense, sino con una plantilla a la que se hizo creer capacitada para la gloria y ahora busca fuera de aquel palacio artificial un boniato que llevarse a la boca. A Gabi se le dan tres meses para que el Real Zaragoza vuelva a competir lo suficiente, y como siempre que hay un relevo en el cargo, se rebuscan las virtudes del recién llegado: futbolista de élite con pasado zaragocista y un personalidad fuerte. Son créditos interesantes, pero en absoluto completan el currículo de profesional adecuado para el puesto.

La perversión en el banquillo del Real Zaragoza a lo largo de esta temporada es digna de estudio. Víctor Fernández decidió cumplir su contrato convencido de que la directiva iba a escuchar todas sus peticiones. Desencantado aunque aliado con la propiedad, plegó sus ambiciones un técnico fuera del circuito desde hace tiempo cuyo propósito era cerrar el círculo de su carrera con un logro que impregnara de confeti su ego desmedido. La realidad y los resultados hicieron que le fuera imposible escapar con algo de dignidad de su particular isla de Santa Elena, así que se subió a la primera patera que pudo para perderse mar adentro.

El impacto de su huida se resolvió con su segundo, David Navarro, un entrenador con kilometraje y veteranía en el fútbol regional aragonés pero con algunas lagunas como para prolongar más allá de la interinidad su estancia en el cargo. Desde algún foro se pidió su continuidad bajo la inexactitud de que era un hombre de la casa y que conocía el vestuario. En ese vestuario había estado y su mano nunca se notó junto a Víctor, que lo tuvo no sin cierto desapego a su sombra. La tangana que protagonizó al final del encuentro frente al Racing de Ferrol, castigada con cuatro partidos de sanción, frenó en seco la posibilidad de una segunda oportunidad si es que en alguna ocasión se llegó a plantear.

La tercera apuesta, la segunda en firme, fue la de Miguel Ángel Ramírez, que estaba muerto al llegar. En su mochila traía aventuras en destino exóticos como las instalaciones de Aspire de Catar para emigrar al sur de Quito, la MLS y, después de un Sporting donde consiguió el playoff con la inestimable colaboración del Racing, y al Al-Wakrah. Salvo en Ecuador, su paso por el resto de los destinos resultó muy breve. Formado en el fútbol base, tomó el testigo contaminado de Víctor Fernández. Se le gritó que se fuera desde el primer minuto y la mayor parte de la prensa lo hizo desde atalayas muy poco o en nada honorables. Ramírez entró en la espiral de su escasa destreza en un mundo y unas enemistades que le vinieron grande y acabó desquiciándose él y al equipo, con la afición en llamas y un final entre capuchas del que le costarán desprenderse.

El turno es ahora para Gabi Fernández, quien se presenta con buen cartel de una de las etapas mas ignominiosas de la historia del club en Primera División. Que fuera un estupendo e impetuoso jugador de equipo, internacional y tapizado por numerosos títulos en un Atlético donde era ejecutor de Simeone en el campo, apanas cotizan en la misión que se le ha encomendado. El Real Zaragoza depende en las últimas once jornadas de un novicio que tendrá que ejercer de cardiólogo a corazón abierto con una flauta. Y todo indica que el bisturí lo tiene el Eldense.

El equipo de trabajo de Gabi

Gabi ya ejerce desde este martes como entrenador del Real Zaragoza. El nuevo técnico blanquillo dirige su primera sesión con su cuerpo técnico ya perfilado. Le acompañan en esta nueva etapa Mario Jiménez Fernández como segundo entrenador; Daniel Castro Simancas como preparador físico; Salvador Sánchez de Lope como entrenador de porteros y Óscar Hernández Romero como analista.

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