La pitada a Bakis contra el Elche consiguió que Víctor rectificara su ataque con la novedad de Liso por el turco, un detalle que constata que la opinión de esta hinchada tan criticada la ampara siempre el conocimiento
Se siguen escuchando, de vez en cuando, voces críticas de la afición contra sí misma y en demasiadas ocasiones de agentes internos y externos del club. De su frialdad, de su dureza con el equipo, de su histórica exigencia, del pánico que produce a muchos futbolistas enfrentarse con el juicio de más de 20.000 aficionados como mínimo cada 15 días. Esta hinchada que está sufriendo un considerable cambio generacional en cuanto a rejuvenecimiento, sería la más indicada para organizar protestas por todo lo que considerara oportuno. Avala su malestar once temporadas consecutivas tragando sapos de todos los colores, declaraciones de directivos, jugadores y entrenadores que han cuestionado sus censuras, acentuando su falta oportunismo y lo inapropiado de alterar la sensibilidad de los futbolistas que llevan el escudo del Real Zaragoza. Por no hablafr de falsas promesas y profetas de marca blanca que le porten en el ascenso en verano y la salvación en invierno. Nadie, absolutamente nadie, transporta en lo más profundo del corazón ese escudo y su sagrado significado mientras en el deporte de élite, los profesionales besan hoy un león y mañana una camello qatarí.
Los elogios hacia el seguidor se multiplican en público, pero en privado, en el seno de los vestuarios y de los despachos, el fanático que se deja su buen puñado de euros en su abono para enriquecer la vida de los millonarios, no está bien visto. La pitada a Sinan Bakis contra el Elche se contempló desde esa perspectiva de superioridad moral que suelen exhibir muchos de estos moralistas de segunda. Pero resulta que la afición del Real Zaragoza, la veterana y la que todavía sólo sabe de glorias de ganar al Huesca, emite juicios elaborados por el conocimiento, jamás por capricho o teledirigida por la animadversión, e intenta aportar en beneficio del equipo. Su silbido, su bronca, no va dirigido a Bakis persona, sino el futbolista y a quien se estaba empeconando en alinearle pese a su nula productividad. Todo el mundo pedía a Adrián Liso no porque el chico hubiese dejado detalles de crack, sino porque en los minutos que se le habían concedido por, precisamente, el buen ojo del entrenador para captarlo para la causa, había pisado fuerte física y mentalmente en ataque, justo donde sólo se localiza la huella de Iván Azón.
El técnico no pudo pasar por alto primero la evidencia y después que se la manifestara casi todo el estadio. La presencia de Liso en El Alcoraz resultó clave por su fresca y letal aportación, desprendiendo una energía contagiosa antes y después de marcar el gol del empate, en realidad de abrir la puerta hacia el triunfo. Lo importante fueron los tres puntos en una tesitura de gran peligro, pero lo gratificante de esa victoria es que pertenece en un alto porcentaje a la afición, algo que en estos tiempos de desconexión y frialdad por parte de las propiedades hacia los inquilinos de la grada y de los sentimientos de verdad. Debería escucharse más su criterio porque en definitiva los secretos del fútbol no son tantos ni tan sofisticados como nos quieren vender quienes viven de las estadísticas o del deseo de que su autoría sea mundialmente reconocida. Liso fue el brazo armado de una afición que no disparó contra Bakis como nos quieren hacer ver, sino que cargó su solicitud de razones. Cada uno lleva un entrenador dentro. Menos mal que de vez en cuando sale a relucir.
Fotografía Real Zaragoza
Gracias Alfonso por hablar sin tapujos y llamando a las cosas por su nombre, los viejos leones rampantes que se nos acelera el corazón cuando traspasamos los tornos del templo del fútbol LA ROMAREDA, en efecto somos tercos y rudos pero amamos por encima de todo a nuestro Real Zaragoza nuestro paladar ha sido cincelado con el gusto por el buen fúbol, nuestro templo ha visto pitar a Victor Muñoz, Señor, Higuera, Esnaider, Cani como ejemplo, pero no por animadversión a éstos jugadores sino porque la afición entendía todo lo que podían dar de sí, a mí como ejemplo me irrita que hoy en día un jugador de nuestro Club necesite de tres toques para dominar un balón o que se ovacione a quien se lanze al suelo para salvar un fuera de banda, a la vez también somos generosos cuando hemos contemplado un cambio de orientación de Santi Aragón o una falta magistralmente ejecutada por Juan Señor o el manejo con ambas piernas y con controles orientados como los de Beto Barbas o marcar goles de categoría de Diego Milito o Juan Esnaider, asimismo hemos ovacionado cuando por aquí han pasado en el equipo rival jugadores como Laudrup, Schuster, Mesi, me acuerdo de una ovación muy especial a Pintinho, si es cierto que llevamos un entrenador cada uno en la mochila cuando ocupamos nuestro lugar en el templo del fútbol, pero hay cosas que nos unen y en las que estamos de acuerdo, el señorío, la deportividad y el gusto por los buenos jugadores y entrenadores, éstos valores hoy en día estarán guardados en algún viejo cuarto trastero de nuestra Romareda ojala algún día sean recuperados.
Muy buen artículo y muy buen comentario. Mis felicitaciones a Alfonso y a García Castany. Aquí seremos pocos, pero se escribe con criterio y sentimiento. Muy lejos de demagogos y serviles que tan mal llevan las riendas de nuestro querido equipo, y de plumiferos complacientes con el desastre.