El técnico del Real Zaragoza, un bombero de Primera que despegó en el Elche y tan sólo ha vivido en su carrera una temporada completa y feliz en el Villarreal tras la destitución veraniega de Marcelino, se enfrenta en el equipo aragonés a una de sus mayores crisis de resultados y confirma que la continuidad en los equipos le sienta muy mal
Fean Escribá se reconoce como un entrenador de Primera y su currículum así lo certifica en 12 ejercicios sin pausa en el banquillo. En Segunda sólo ha entrenado una temporada al Elche, al que hizo campeón y le sirvió de trampolín hacia otros destinos con dos permanencias (la última frustrada por un descenso administrativo por impagos a Hacienda), y un par al Real Zaragoza. Sin embargo, por la élite ha dejado una huella de técnico salvavidas que en las segundas oportunidades ha salido por la puerta de atrás. Sólo en el Villarreal, que cogió en pleno incendio por la destitución de Marcelino a días de jugarse la fase previa de la Champions con el Mónaco, logró ser feliz al completo, por lo menos durante 13 meses. La Real Sociedad eliminó de la Copa al Submarino en octavos y la Roma le dejó fuera de la Europa League en dieciseisavos, pero Escribá consiguió que los groguets se clasificaran quintos y volvieran a repetir en una competición continental. Al sexto partido de la siguiente campaña, después de caer 4-0 en Getafe, se le buscó recambio en Javier Calleja. Es una de las grandes heridas abiertas del valenciano porque hubo una urgencia desmesurada en esa decisión.
Este lunes se enfrenta a una de sus rachas más terribles como profesional, en esta ocasión con un proyecto ganador después de su aterrizaje el curso pasado para sacar con nota al club de su enésimo coqueteo con el descenso. El Real Zaragoza ha sumado 5 de 21 puntos gracias a la triste victoria en Andorra y los empates con Racing y Sporting, con cuatro derrotas, tres de ellas en La Romareda, acentuando la crisis. Si no gana al Burgos en el Plantío, Escribá regresaría a un escenario que le es familiar en sus segundas experiencias al frente del mismo equipo. Después de su dolorosa salida de El Madrigal, el Getafe le entregó las riendas, pero tras un vendaval de diez derrotas y dos empates, se le invitó a salir del Coliseum Alfonso Pérez en la jornada 32 con los azulones penúltimos. No estuvo mucho en el paro. El Celta estaba al borde del abismo sin que Mohamed y luego Cardoso pusieran remedio. Hizo un trabajo decoroso en Vigo en una docena de encuentros, con cuatro triunfos, uno clave frente al Barça, y cuatro tablas que le permitieron salir a flote. Repitió de celeste y en doce partidos sólo sacó 9 puntos de 36, lo que animó a la directiva gallega a destituirle con el equipo en descenso.
El Elche volvió a llamar a las puertas de Escribá después de que con el argentino Almirón el conjunto franjiverde se hallara en el 19ª puesto. Otra vez llegó con la manguera y apagó el firmó la salvación en la última jornada gracias a su victoria frente al Athletic con tantos de Boyé y el exzaragocista Guti y, sobre todo, a la incapacidad del Huesca, que con un empate sin goles en El Alcoraz frente al Valencia se fue a Segunda superado por los ilicitanos. El técnico continuó en el que ha sido su mejor refugio. Seis puntos en los siete primeros encuentros y cinco en los siete siguientes sentenciaron a Escribá, que fue cesado con el Elche 18º, en la franja roja de la clasificación. La campaña anterior, el Real Zaragoza le entregó el testigo de Carcedo, un regreso a Segunda que culminó con un buen trabajo, aval suficiente para que la multipropiedad le mantuviera en el cargo hasta 2024, cuando finaliza su relación laboral.
El arrebatador arranque del conjunto aragonés con cinco victorias consecutivas y liderato incluido pareció dar la razón a Raúl Sanllehí y a Juan Carlos Cordero al respetar el contrato del entrenador. El director deportivo gestionó una sobresaliente operación de entradas y salidas, formado una plantilla con calado competitivo para aspirar a estar en teoría entre los mejores o muy cerca de ellos. Todo iba sobre ruedas menos el fútbol, de profunda huella defensiva y con una considerable efectividad en ataque. Escribá no estaba satisfecho y buscó respuestas en cambios de sistema y de jugadores que condujeron a una desestabilización reflejada en un juego despersonalizado y en los marcadores. El Real Zaragoza viajará a Burgos en la novena plaza, por primera vez fuera de las seis primeras posiciones aunque con tan sólo tres puntos de distancia con el ascenso directo. Las alarmas no se han encendido pero sí la preocupación en el caso de no levantar cabeza en El Plantío, donde no estarán Cristian y Gámez, lesionados, ni el máximo goleador Mesa por acumulación de tarjetas. El fantasma de las pésimas segundas partes con Escribá se pasearía de nuevo cómodo por los pasillos de la biografía de un entrenador que apaga fuegos ajenos pero a quien le es imposible extinguir sus incendios.
No se preocupen ustedes maños. Este entrenador está jugando al despiste con las alineaciones para despistar al contrario. Desde ya va a encontrar un once titular con Bakis y Bermejo en plan figuras y la vuelta de Stielike/Francho, Borge se va a convertir en un Belsué/Rico el Viejo y en enero se fichará a Guti del Elche y a un delantero top de la Bundesliga que meterá 15 goles. Azón será el nuevo Bustillo y el equipo subirá seguro, incluso aunque venga otra pandemia. Además el Ayuntamiento y el otro Azón financiarán el nuevo campo y Más lo decorará y nos cederá a Messi, seguro. Tengan ustedes paciencia, que todo llegará.
Deja de decir sandeces que el tema del Zaragoza es muy serio y no estamos para tonterias.
Revelador artículo con los datos que aporta. Sería deseable que el entrenador siguiera como señal de estabilidad y que las cosas salen bien. No podemos seguir siendo una trituradora de entrenadores
No se si son sandeces, pero lo del campo nuevo parece que lo he calcado, no? Sí, tienes razón compañero de fatigas, el Zaragoza fue algo muy serio hace ya muchos años.