Con Emilio Larraz como epicentro de un deseo y necesidad urgentes de cambio, el Real Zaragoza se la juega en su permanente naturaleza sísmica contra la Cultural
De repente, a Emilio Larraz le han salido legiones de admiradores, devotos, adoradores, simpatizantes, fans y gente de bien que sólo quiere su bien porque será el del Real Zaragoza. Un buen puñado sabe desde hace décadas que es un notable entrenador y que su falta de contacto con el profesionalismo no rebaja un ápice su cualificación para dirigir equipos de superior categoría. La mayoría, sin profundizar, había oído hablar de su trabajo porque es un veterano del fútbol aragonés con experiencias muy positivas allí donde ha estado, avalado también por su destacados valores humanos. Todos, sin embargo, han formado una enérgica alianza para convertirle en el epicentro del obligado y urgente cambio que necesita el conjunto aragonés, último y con la palidez del descenso en sus mejillas. Todos menos la propiedad, que le ha transmitido su absoluta confianza mientras sigue dando cuerda al reloj de los técnicos en el mercado. Con estos ejecutivos de mínima fiabilidad, su tiempo es frágil y sólo una importante concatenación de buenos resultados asegurará su continuidad a largo plazo. El primero, el triunfo mañana en casa contra la Cultural (18.30), penúltimo clasificado.
La naturaleza sísmica del club es la que ha abierto las puertas del banquillo a Emilio Larraz. Tuvo un par de oportunidades antes mientras dirigía al filial, incluso cuando se puso por delante a David Navarro tras la espantada de Víctor Fernández, para cumplir su sueño de dirigir al Real Zaragoza. Pero así como ahora se airea su valía, entonces nadie o casi nadie levantó la voz a su favor. Larraz ha estado siempre muy seguro de sí mismo, al igual que esta mañana en la rueda de prensa que ha ofrecido como responsable del primer equipo. Lo tiene todo claro. Ilusionado pero moderado, muy optimista sin salirse de los márgenes de la realidad y distribuyendo elogios varios hacia una plantilla a la que considera apta para escapar del pozo e incluso «para hacer cosas chulas», su mensaje se ha enfocado en transmitir tranquilidad y confianza en sus recursos a un grupo de futbolistas que precisan mejorar su estado de ánimo con el apoyo de una afición «de la que me siento parte» y con triunfos, el ingrediente imprescindible de toda receta y más en estas circunstancias.
El futuro se reduce a un encuentro. En este caso al más inmediato. «Ojalá esté cinco año más porque eso significaría que el Real Zaragoza ha vuelto a su sitio», ha dicho el técnico para restar trascendencia a su longevidad en el cargo, bajo sospecha porque el club no ha abierto aún la boca para oficializar hasta cuándo le entrega el testigo. Emilio Larraz llega surfeando sobre un oleaje de lava para imprimir sencillez, naturalidad y una convicción a prueba de bombas. No podía ser de otra forma. Su ilusión supera los flagrantes peligros que amenazan a un equipo al que debe ayudar a ganar, jugar al fútbol, defender mejor y marcar goles. Según el entrenador, dispone de una plantilla «amplia, rica» y altamente competente, como la que más, una percepción que hay que respetar pero que, por el momento, genera serias dudas y no poca ansiedad entre el seguidor, quien durante nueve jornadas ha observado lo contrario con Gabi cogiendo el tren de vuelta hacia Madrid.
La complejidad de la situación y la dilatada empresa de mejoras que exige el equipo sitúan pese a todo al técnico y al Real Zaragoza en las Termópilas. Francho no volverá a actuar de lateral derecho, posición que pertenece a Juan Sebastián, y el primer mandamiento será hallar el equilibrio cuanto antes en todas las facetas para ser más seguros, tener el balón con mas criterio y dar en la diana de la portería rival con más asiduidad frente a un adversario, la Cultural, poco dada a entregar la cuchara y que con Ziganda sólo ha recibido un gol en las tres últimas jornadas. En principio no habrá revolución táctica, pero sí de protagonistas sin una gran revolución. El regreso de Akouokou no es baladí en este contexto… El debut de Larraz, tampoco. Larga vida a este Leónidas que luchará por cambiar una de las páginas más negras de la historia zaragocista con el acero de su honestidad.
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— Real Zaragoza (@RealZaragoza) October 18, 2025
Sólo se le puede desear toda la suerte del mundo y más por el bien del club y de la afición, no de los amos; los cuales, en cuanto puedan y aun habiendo logrado todas las metas, le harán un JIM pues lo verán poco «lustroso» para sus dignas bajezas y traerán algún esperpento paniaguado del equipo casposo.
Pero, de momento, toda la suerte y todos los ánimos. Los necesita.
Toda la suerte para Larraz. Qué sea nuestro nuevo Villanova o Luis Costa. Gente honesta que sabe de fútbol desde cuando se jugaba en campos de tierra. Lo tiene muy difícil, la materia prima que dispone es pobre.
Sabiduría tiene, pues lo ha demostrado. El cambio de pasar de entrenar a la base a entrenar al primer equipo (profesional) es otra dimensión muy diferente. Vamos a ver que tal comienza. Le deseo mucha suerte.