Lo que solo el ojo de JIM ve

Su éxito ha consistido en administrar y reactivar una plantilla corta de argumentos futbolísticos y físicos, en no dejar a nadie al margen de la responsabilidad y de la ilusión con una toma de decisiones no siempre populares

Juan Ignacio Martínez, hacedor de la salvación del Real Zaragoza a falta del sello oficial, ha tenido que reflotar un barco hundido en el abismo de la clasificación y ponerlo a navegar como recién salido del astillero. En ese proceso de restauración casi milagroso, se ha encontrado pocos enemigos pero si un buen ramillete de críticas, por lo general centradas en las alineaciones, la lectura de los partidos, los cambios sobre la marcha… A aspectos de su profesión. Ni uno solo pero a su condición humana, precisamente su gran herramienta estratégica. Un hombre sencillo que ni perfuma sus discursos, ni viste sus explicaciones para ganarse un titular en la prensa. Siempre dispuesto al diálogo desde el positivismo. Ha sido el técnico perfecto para el equipo más imperfecto de la historia del Real Zaragoza, elegido desde el descarte de otros tres colegas y ahora entronizado con justicia. Merece todos los elogios sin la necesidad de suprimir las reprobaciones que ha recibido porque no le ha sido sencillo dar siempre con la tecla en un piano casi destrozado. Sin embargo, y en contra de todas las decisiones impopulares que ha tomado, ha visto lo que otros hemos sido incapaces de apreciar: una plantilla recuperable y una permanencia factible, una ruta a seguir con fe, trabajo y la gestión meticulosa de un grupo sin una sola estrella, sin apenas líderes, que se ha reunido en defensa frente a su desnutrición atacante. Su éxito ha consistido en administrar y reactivar una plantilla corta de argumentos futbolísticos y físicos, en no dejar a nadie al margen de la responsabilidad y de la ilusión. El sábado rescató a Zanimacchia y el italiano, con una función defensiva muy determinada, provocó un penalti y lo transformó. Ese as bajo la manga, esa novedad que podía parecer inapropiada, resultó ser clave de la victoria en Las Palmas. Su ojo para este Real Zaragoza ha sido clínico, por lo general sobre una mesa de operaciones con una serie de episodios fundamentales para observar muy próxima la permanencia.

De El Toro a Iván Azón
Puso todo el acento en El Toro Fernández contra viento y marea, mientras se pedía desde fuera y con ruido la presencia de Iván Azón en lugar del uruguayo. Al final se rindió a la evidencia y aprovechó la cesión de Alegría para buscar otra textura ofensiva. El nuevo punta hizo un gol ante el Tenerife y acabó por desinflarse también mientras Azón seguía tirando la puerta abajo con goles como los de Cartagena o el de la victora frente al Almería y un espíritu atacante superior al de sus compañeros. Fue lo que más le costó a JIM, enrocado en delanteros sin musa ni suministro y en la creencia de que el chaval le era más fructífero saliendo desde el banquillo. Al final, el canterano, víctima de dos penaltis provocados por su constancia, se hizo con el puesto. En este apartado hay que reconocer que la perseverancia del jugador ha tenido más peso que la creencia del entrenador, en una capítulo aún bajo sospecha si El Toro no se hubiera lesionado y Alegría no estuviera en cuarentena por covid.

Narváez, en la banda por decreto
El propio jugador manifestó en un par de ocasiones que su fútbol aconsejaba situarle más cerca del área. De hecho sus goles los ha conseguido en posiciones de rematador. Aquí JIM aguantó el chaparrón con un paraguas muy flexible pero de tejido innegociable. Al colombiano le ha tocado ser una especie de interior muy largo, de falso extremo con cierta libertad para descolgarse por dentro, pero nunca como segunda o primera opción ofensiva. Ocho jornadas consecutivas sin marcar no han ablandado al técnico, que ha preferido su capacidad para aguantar el balón, fabricar faltas, ser la referencia en los contragolpes… Un decisión muy personal que distingue su carácter de explotador de virtudes colectivas, lo qeu consideraba que pedía el equipo.

Peybernes, sí o sí en el baile de centrales
El central llegó en el mercado de invierno y no hubo forma de que JIM le introdujera, como era su deseo, en la alineación. El excelente rendimiento de Francés y la más que correcta sociedad que formaba con Jair no lo aconsejaban y esperó. La quinta amarilla del zaragozano frente al Rayo Vallecano le dejó fuera del encuentro ante el Mirandés. Peybernes se estrenó en el once y firmó el gol del triunfo para no bajarse del equipo salvo por la cláusula del miedo impuesta por su club, el Almería. Jair y Francés entraron en una rotación que en los últimos diez partidos ha dejado la portería a cero en seis ocasiones. El partido de Peybernes y Francés en Las Palmas fue sencillamente soberbio.

Zapater, capitan general
El centrocampista estaba con JIM para los minutos de la resistencia, a punto de bajarse el telón. El covid atrapó a Francho antes de la cita en Oviedo y el técnico optó por Zapater como relevo e intentó sin éxito en ese mismo encuentro que Larrazabal no fuera una causa perdida. De soldado raso a capitán general. El de Ejea lo ha jugado todo desde entonces mientras por su lado circulaban Eguaras, Francho, Bermejo, Adrián, Sanabria e Igbekeme, utilizados según creía conveniente el entrenador alicantino. En ese proceso de búsqueda y hallazgos, de mezclas, Zapater ha sido el condimento fijo, el especialista a balón parado.

El manejo de los laterales
Lateral o por delante, como refuerzo interior en el centro del campo, Chavarría era intocable incluso para José Ignacio Martínez. No así en los últimos cuatro partidos, donde Nieto, que ya venía desde Oviedo como jugador principal, ha adelantado al catalán en la posición defensiva. Nieto ha dado más empaque y ofreció de cabeza la asistencia a Azón en el tanto que derrotó al Almería. La fragilidad física de Vigaray, lesionado de nuevo este sábado, obligó al entrenador a recuperar a Tejero. inédito en la titularidad desde la era Iván Martínez. Saltó al Fernando Torres y asumió la responsabilidad de lanzar el penalti del triunfo ante el Fuenlabrada. De vuelta Vigaray, Tejero regresó al banco hasta que en Las Palmas tuvo que salir de urgencia y asistió en el 0-2 a Sanabria.

Sin patente de corso en el medio
En el centro del campo, JIM ha experimentado más con futbolistas que con fórmulas. Salvo Zapater, intocable, Eguaras, Bermejo y Francho, quien en teoría parecía destinado a pilotar el equipo, se han descolgado de la titularidad en beneficio de Sanabria, Adrián o Igbekeme. Los estados de forma han jugado un papel fundamental para que el entrenador armara lo mejor posible una zona no demasiado musculada ni veloz y que dentro de sus planes resultaba un espacio capital para controlar el tempo defensivo de los partidos. Eguaras ha vuelto y Adrián se ha lesionado de nuevo. En la medular, con poca llegada y mínima expresión en pases importantes a los delanteros, la gestión de piezas para equilibrar el equipo ha sido constante. El sábado asomó Zanimacchia en el once y…

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