Cinco de los seis fichajes en propiedad del director deportivo han resultado un fiasco o una decepción, con Mesa como excepción en un Real Zaragoza donde el ejecutivo ha tenido mejor tino con los cedidos sin crear un equipo de altura
El verano fue una fiesta en las oficinas del Real Zaragoza porque la forma de trabajar de Juan Carlos Cordero, con su rapidez ejecutiva y una compra de futbolistas con cierto nombre, desató la ilusión si no la euforia. El director deportivo se convirtió en la estrella del mercado antes de que despegara su artefacto, que lo hizo con un rendimiento supersónico tras cinco victorias consecutivas y un liderato incontestable. Superado el ecuador de la competición después de una grave crisis que supuso el despido de Fran Escribá y bajada la ventana de enero con la grave lesión de un Raúl Guti que venía para realizar una transfusión anímica y deportiva, el equipo resulta que no es ni de lejos el que parecía en la parrilla de salida del torneo. En Eibar se perdió, lo que entraba dentro de lo razonable y no se ha considerado una tragedia. Sin embargo, ese tropiezo volvió confirmar que la plantilla no está cualificada para el salto hacia la cumbre. Julio Velázquez le da dado una buena mano de cemento táctico, pero hay boquetes abismales, el principal que cinco de los seis fichajes en propiedad apenas han aportado algo interesante. La inadaptación de Poussin, la fragilidad fibrilar de Lecoueche, la volatilidad de Toni Moya y el nulo peso ofensivo de Bakis y Enrich forma una excesiva cadena de errores en el proceso de configuración. Sólo Maikel Mesa, con su idilio con el gol que no en la participación colectiva, se puede considerar un éxito en la redacción de contratos laborales. Si el Real Zaragoza ha optado en algún momento a soñar con la promoción ha sido por la nómina de cedidos, algunos de ellos, casos de Mollejo y Mouriño, rescatados de las catacumbas por el nuevo técnico para formar su particular muralla. Valera ha dejado detalles diferenciales en la ruptura del ritmo plano del resto de sus compañeros, pero una lesión le ha forzado a reiniciar. De punta a punta en este listado figuran Edgar Badía, oportuna y fructífera operación gestada por la lesión de Cristian y el fracaso en la elección de sus relevos, y Manu Vallejo, un futbolista que no se sabe aún a qué juega. Queda por descubrir por completo a Zedadka y, por supuesto, a Rossetto, el centrocampista que viene del paro. Se ha gastado el dinero bastante mal de cara la futuro. Ahora toca hablar del calendario y de los rivales asequibles que asoman. El viaje en el columpio de la mentira y la condescendencia en nada gratuita es inescrutable.
Todo es incertidumbre en esta sociedad deportiva tan maltratada por tantas causas deportivas y extradeportivos. Podemos ilusionarnos con los próximos nueve puntos, pero es improbable que se gane un partido y se empaten dos? Vstas las hechuras del equipo, y si es así, no será ya la clausura de otro proyecto.
Efectivamente hubo más acierto en las cesiones que en los fichajes en propiedad. Ya tenemos un lastre pesado en la formación del nuevo equipo la temporada proxima. Los cedidos serán rescatados por los equipos de procedencia, ya empezaríamos mal.
En algún comentario anterior ya expresé que, hasta el momento, la nota de Cordero es baja.