Nunca podremos saber las consecuencias de no conseguir el Real Zaragoza la remontada en el estadio de La Cerámica. Si las entradas de Iván Azón o Puche a lo largo de la segunda parte no las hubiera tenido en consideración Fran Escribá y si los setecientos aficionados blanquillos se llevasen de vuelta una derrota a casa con la rabia y desilusión que conlleva una situación tan desgraciada. El fútbol, como la vida misma, encuentra soluciones en los momentos más complicados y es capaz de fallar en lo más sencillo por culpa del pánico o la confianza extrema. El entrenador del Real Zaragoza, que no eligió Raúl Sanllehí, sigue enviándole mensajes sobre el terreno de juego y en las ruedas de prensa. No tiene los suficientes jugadores para el ascenso mientras que otros, como Pape Gueye, son un problema para el club. Fue el único futbolista blanquillo que no disfrutó de la victoria detrás de sus compañeros que se volvían locos acudiendo a la zona del estadio donde se encontraba la muestra aún inquieta del zaragocismo in situ. La fotografía, que habrán visto la mayoría de ustedes, no ofrece ninguna duda. Y mientras los políticos siguen con su campaña electoral con la Romareda como excusa y sabemos que Jorge Mas es el presidente pero no el máximo accionista, los seguidores del impertérrito león dentro del escudo coronado solo piensan en ganar en el Molinón después de haber sido el Sporting eliminado de la Copa con vergüenza.