Las continuas alusiones de Víctor para rearmar el equipo en la próxima y poco fiable ventana de fichajes persiguen refrescar la memoria a la propiedad y ponerse el salvavidas frente a un proyecto de su autoría que hace aguas y podría desplomarse
Dos meses después de dar por cerrada la reconstrucción masiva del plantilla con el reconocimiento de que no se había redondeado el trabajo, el Real Zaragoza circula cuarto en la clasificación, lo que visualmente podría considerarse un éxito. Sin embargo, las consecuencias de haber lanzado al mercado de las ilusiones un equipo incompleto en posiciones capitales ya ha dejado suficientes huellas en el lugar del crimen como para temer por el ascenso, objetivo marcado a hierro por todos los integrantes del club. El central, el mediocentro, el lateral izquierdo, el extremo y el delantero de primera opción que se pretendían no llegaron y se suplieron con futbolistas de marca blanca para salir del paso. Kosa, ahora lesionado, Clemente, señalado por sus errores y castigado en público por el entrenador, y Adu Ares y Alberto Marí, frías aves de vuelo corto, han supuesto una decepción enorme. La chapuza se redondeó al dejar completamente vacío el centro del campo de un jugador que ejerciera de yunque físico por delante de la defensa. Víctor Fernández, en su análisis de la configuración del vestuario, ya nombró la segunda oportunidad de enero para completar su obra. Con el tiempo, la confirmación de los errores urbanísticos y sus propias y constantes dudas para atinar con un bloque competitivo con regularidad, el técnico ha aumentado sus alusiones sobre las deficiencias e incluso ha readaptado su discurso hacia la lucha por entrar en el playoff. Quiere refrescar la memoria de sus superiores, muy conscientes de cada uno de sus pasos, y preparar un salvavidas personal frente a una nave en la que siempre se reconoce como capitán y que hace aguas.
Con Juan Carlos Cordero a la derecha del padre pero con un vínculo de conexión mucho más directo con el fondo de inversión, Víctor Fernández consintió algo de lo que había renegado –que no le dieran todo lo que había solicitado– y se adaptó confiado en que su ideal futbolístico iluminaría esas sombras. No obstante, camina perdido en las tinieblas de la defensa y la medular, mientras la delantera no deja de golear por su cuenta como si fuera una isla a miles de kilómetros de la costa. El resultado es un equipo fraccionado, con mucho armamento pero al servicio de batallas resueltas con agonía, no como garantía para ganar una guerra de 42 jornadas. Ahora mismo, el Real Zaragoza está al servicio de Ager Aketxe como figura revitalizadora de un cuerpo deportivo enclenque. Tres sistemas diferentes y poco o nada elaborados no tanto para contrarrestar las virtudes de los rivales como para encajar al vizcaíno. Extremo, enganche en el rombo y un paso más atrás en zona de creación para lanzar a los puntas. La búsqueda de liderazgo en la figura de Aketxe, en un estado de forma bajo todavía, es un ejercicio inútil porque nunca ha destacado como caudillo sino como genio que sale de la lámpara cada cierto tiempo para conceder deseos con su diestra y potente zurda.
Para el mercado de invierno como taller de reparaciones falta aún un trecho considerable que hay que recorrer con estas alforjas. Si se pierde contacto con las seis primeros puestos antes de alcanzarlo, no cabe la menor duda que el aparato propagandístico del entrenador se encargará de señalar a Cordero como exclusivo culpable. La realidad es que ambos son responsables de los riesgos asumidos para la empresa más ambiciosa y dotada de músculo financiero de los últimos doce años, pero tampoco es menos cierto que mantener al equipo con las necesarias constantes vitales para llegar a la orilla de enero es responsabilidad del técnico. Tres derrotas consecutivas en casa ante la visita del Granada, una portería maltratada en todos los encuentros, el señalamiento subliminal pero muy descifrable de futbolistas de forma sistemática y la inconstancia táctica para elegir de qué forma jugar o competir no son formas de gestionar un grupo ante el pórtico de lo que será una crisis oficial en el caso bajar peldaños en la clasificación. Pocas veces ha sabido Víctor Fernández capaz de tramitar situaciones imprevistas. Seguir con el relato de la ventana de invierno sólo acentúa la inseguridad del equipo y la incertidumbre de la afición, porque en la reiteración de las necesidades y no de las soluciones inmediatas se descubre el eufemismo del fracaso.
La gran farsa con la que se especula y falsea la realidad octubre, noviembre, diciembre y enero, ya a partir de febrero se inventa otra falacia, encuentran algo potable?
2 2017/18 Jesús Alfaro y Bruno Perone
2 2018/19 Miguel Linares y Chechu Dorado
2 2022/23 Tomás Alarcón y Bebé
6 2015/16 Javi Ros, Guitián, Culio, Campins, Dongou y Lanzarote
5 2011/12 Apoño, Aranda, Dujmovic, Antonio Tomás y Pablo Álvarez
5 2012/13 Rochina, Rodri, Bienvenue, Carmona y José Fernández
5 2016/17 Jesús Valentín, Saja, Edu Bedia, Feltscher y Samaras
3 2019/20 André Pereira, Dani Torres y El Yamiq
3 2020/21 Peybernes, Alex Alegría y J.Manuel Sanabria
3 2021/22 Jaume Grau, Eugeni y Sabin Merino
3 2023/24 Edgar Badía, Akim Zedadka y Raúl Guti
El silencio nos haría cómplices.
Cobra una gran importancia el partido frente al Granada. Una nueva derrota sería indigeriblebpara para todos los aficionados. Esta vez se producietia el descenso de varios escalones en la clasificación con un efecto psicológico previsiblemente muy negativo en la confianza que decrecientemente al paso de las jornadas se está produciendo.
Confío en que la alineación de salida sea responsable incorporando a Jair en la defensa, juntando líneas dar más empaque al bloque y por favor si alguien tiene que marcar primero, que sea el Zaragoza. Ya está bien de ir a remolque con el marcador en contra.