Miguel Torrecilla sigue una temporada más

Como estaba previsto por Raúl Sanllehí y como el propio interesado había dejado caer entre sus círculos privados, información que Príncipes de París ya adelantó el pasado 11 de mayo, Miguel Torrecilla continuará una temporada más, hasta 2023, al frente de la dirección deportiva del Real Zaragoza. Con la llegada del nuevo director general ya se empezó a intuir que Torrecilla tenía serias opciones de mantenerse en el cargo, lo que se confirmó en la escenografía de la presentación de Juan Carlos Carcedo como relevo de Juan Ignacio Martínez en el banquillo. En un momento del acto, Sanllehí le pasó la palabra para que hiciera un perfil del técnico «que para eso es nuestro director deportivo». Las negociaciones que ha emprendido con el vestuario que gestionar salidas de futbolistas del pasado y de otros que él mismo contrato certificaron que ese despacho iba a ser suyo de nuevo.

Con el aterrizaje de la nueva propiedad se esperaba una profunda renovación en los puestos de decisión del club, que en realidad tan sólo ha afectado, lógicamente, al organigrama de la entidad con la excepción de Luis Carlos Cuartero, cuya salida está prevista para el próximo mes de septiembre, y al cambio de JIM por Carcedo. En el consejo de administración se mantiene Juan Forcén, omnipresente desde del episodio de 2014 cuando Mariano Casasnovas intentó comprar las acciones a Agapito Iglesias, una figura presentada no sin cinismo como heraldo de los valores aragoneses que necesita la institución y como conocedor de la realidad del Real Zaragoza.

La visita made in América de Jorge Mas a la capital aragonesa, con reuniones con Lambán y Azcón, se desarrolló con el nuevo estadio como tema estrella y una rueda de prensa fugaz y controlada del presidente sobre el césped de la Romareda donde dijo lo que quería escuchar la afición (cantera, Primera División, nuevas infraestructuras, la joya del grupo inversor, dólares).  Sin embargo, el principal desembolso de capital se ha concentrado en satisfacer a los accionistas y sus cuentas pendientes y no en la deuda a corto plazo, con lo que el limite salarial para gastos en la plantilla se quedará más o menos como estaba el ejercicio anterior.

La apuesta por Torrecilla acentúa ese regusto amargo a que muchas cosas van a continuar como estaban. En primer lugar porque su labor en el Real Zaragoza en temporada y media ha redescubierto el perfil de un profesional gris, con mínima capacidad de maniobra en un mercado modesto, el mismo que afrontará ahora. Su fracaso ha sido rotundo en la elección de hasta cuatro delanteros en tres ventanas diferentes,  atacantes que han sumado ocho goles, cinco de ellos concentrados en Álvaro Giménez, dos en nano Mesa, y uno en Alegría a la espera de que se estrene Sabin Merino tras una operación bochornosa que realizó con el agua al cuello para asumir la firma de tres temporadas y media a un atacante de 30 años sin historial realizador. Previo pago de una de las cantidades más altas de la plantilla y la aceptación de una cláusula del miedo pese a tratarse de un traspaso.

Con la opinión pública en su contra y con razón, ¿qué papel jugara? Raúl Sanllehí le está marcado la hoja de ruta tanto en la negociaciones con Francés, Francho y Azón, otro episodio para la leyenda negra del director deportivo cuando rompió su palabra con los tres de darles dorsal del primer equipo,  como en establecer la forma de estilizar y mejorar en lo posible un plantel con 31 futbolistas con contrato en vigor. Torrecilla queda a todas luces como un hombre de paja. Aun así, su renovación y el mínimo poder que pueda tener no favorecen en absoluto la imagen supuestamente progresista de los actuales dueños.

 

 

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