Muere un hombre bueno

Fallece a los 87 años José Luis Torrado, El Brujo, recuperador del Real Zaragoza y de la selección española de atletismo en cuatro Juegos Olímpicos

«Alfonso, no tengo un gimnasio con cocina, sino una cocina con gimnasio», me dijo mientras se ajustaba el gorro de cocinero. El fútbol, el atletismo, el deporte, la vida ha perdido a los 87 años a José Luis Torrado Casal (Mugardos, 1935), El Brujo, una leyenda forjada en la curación de deportistas con sus hierbas y una manos milagrosas al servicio de todo el que acudiera a su consulta en Pontevedra, que, como recordaba orgulloso, tenía tanto de santuario médico como de centro gastronómico donde ejercía de sanador y de chef entrañable. Allí reunió, alrededor de ambas mesas y de su ingente humanidad, para curar o entablar calurosas tertulias con políticos de todos los colores, a personajes de fama y a gente corriente. Todo corazón, un hombre bueno, altruista sin distinción de clase. Por su consulta, admirada y criticada por la medicina tradicional, pasaron y superaron sus lesiones estrellas que siempre mantuvo en secreto por discreción y respeto. «Llegué a Zaragoza y en dos pisos creé un gimnasio en el que daba masajes a cambio de especies: un cordero, una gallina, una cabra. El Aragón (el antiguo filial del Real Zaragoza) pasó de fútbol regional a Segunda División A…», recordaba de su estancia en el club aragonés en los años 70 en una entrevista en el Diario de Pontevedra con motivo del reconocimiento del olimpismo a su maltratada figura pese a haber estado presente con la selección española de atletismo en cuatro Juegos Olimpicos. 300 personas se concentraron para homenajear en el Teatro Real de Pontevedra al que fuera, además, campeón de España de 400 metros lisos en 1957. Adoraba Zaragoza, al Real Zaragoza y su cantera, a Aragón. Un purasangre vencedor del cariño que dio y recibió a manos llenas.

Incluyo este enlace de la publicación Relevo donde se desarrolla un estupendo perfil de quién fue y cómo vivió este singular apasionado de cómo entregarse a los demás.

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