Se jugaron los partidos que quisieron Paco Jémez y Juan Ignacio Martínez, dos entrenadores que viven en los polos opuestos en su forma de entender el fútbol y que no siempre dan con la tecla. Empataron ambos, pero perdió el técnico del Real Zaragoza en una noche loca que el conjunto aragonés pudo cerrar en su primera parte con una goleada de traca para entregar la cuchara en la segunda, donde el el Ibiza igualó bajo el influjo, esta vez acertado, del excentral zaragocista. Después del 2-2, dos tantos de Sergio Castel que certificaron su clase y la debilidad defensiva del Real Zaragoza, afloró un JIM acongojado por la inoperancia de sus futbolistas en las áreas. Selló el encuentro con cinco defensas dando entrada a Ángel López y desplazando a Frances del lateral al eje junto a LLuis López y Jair, e incrustó tres medioscentro defensivos al acompañar a Petrovic con Grau y Zapater. Esa línea Maginot para evitar la derrota, esa entrada del veterano capitán quedando apenas segundos para el ocaso del partido… Fue feliz Juan Ignacio con el punto de un equipo de una inestabilidad competitiva abrumadora: su calculadora artesanal sólo recoge números para la salvación porque vive en sus miedos y en los que le transmiten sus futbolistas.
La noche comenzó con fuegos artificiales y un Ibiza quemándose a lo bonzo bajo la presión más o menos intensa del Real Zaragoza, que explotó su excelente entrada al partido con dos goles fulminantes para poner fin a una sequía camino del peor de los records: Fracho definió como un ángel una recuperación alta de Nárvaez y Petrovic resolvió de un zurdazo seco un lío de indecisiones en la defensa del equipo de Paco Jémez. El 0-2, con espacios inmensos para elaborar y contragolpear al gusto, anunciaba por supuesto la victoria aragonesa, pero además con un resultado para relamerse. Azón tuvo la puntilla en un rechace de Domínguez a disparo de Narváez… El ariete, aun reconociéndole su colosal trabajo de martillo pilón, necesita pasar por el taller de tecnificación si quiere un futuro de verdadero protagonista. Ya no es casualidad que yerre oportunidades tan meridianas, de empujar. Esa candidez del punta permitió que el Ibiza se fuera al descanso muy malherido en lugar de dentro del ataúd.
Vada, que aún no ha aterrizado en el Real Zaragoza, sustituyó a un Bermejo pateado a la par por Diop y Goldar, que lo sacaron fuera del campo en una entrada a lo segadora que merecía dos tarjetas rojas y sólo se castigó con una amarilla. El argentino, una vez más, interpretó el juego desentendido de las necesidades del momento, a su antojo. Pero Borja Sainz pudo haber sentenciado de nuevo el encuentro en un pase celestial de Narváez, muy mejora de su languidez en otras citas. El vizcaíno se puso ante Domínguez con todo a favor y disparó al cuerpo del arquero… Víctima de su inocencia, Borja se marchó también del encuentro, acelerado, hiperactivo, fuera de lugar. Y el Ibiza resucitó con los cambios de Paco Jémez, ofreciendo la imagen alegre, ofensiva y descarada que había mostrado en sus tres triunfos consecutivos. En cuatro minutos, del 61 al 65, Sergio Castel rubricó el fútbol más coordinado y punzante de sus compañeros frente a una zaga lenta en una acción de estrategia y paquidérmica en la figura de Lluis López en un duelo con el goleador del Ibiza. Un mal rechace de Cristian y un disparo cruzado con el central catalán al ralentí encumbraron a Castel y pusieron el choque patas arriba de nuevo.
A Juan Ignacio Martínez le entró el pánico sin disimulo alguno, Defensa de cinco, Grau y Ángel al campo y la imagen del empate como resultado fantástico. Paco Jémez había ganado el segundo set y en cada acción de ataque parecía disponer de un par de bolas de partido. El técnico del Real Zaragoza se atornilló al final de la pista y el equipo se limitó, ya mutilado de cualquier posibilidad ofensiva, a sacar de su área todas las amenazas. Zapater fue utilizado para perder tiempo… Una locura, la de un Real Zaragoza que aun con el triunfo en bandeja vio su cabeza cortada y servida como cena. En Ibiza tuvo gol pero no el suficiente. A última hora, con seis jornadas consecutiva sin ganar (tres puntos de 18 posibles) llega Sabin Merino para remediarlo con un historial no demasiado prometedor.
El segundo gol, con Francés de central, no lo hubieran metido