Paco Ortiz Remacha, ‘la voix’

Uno se imagina a Paco Ortiz Remacha hollando la cumbre de la Torre Eiffel junto a su padre, Paco Ortiz, como un par de gárgolas majestuosas emitiendo los partidos del Real Zaragoza, en concreto la final de la Recopa de París, contando ambos cómo pasaba a su lado un cometa con Nayim sujetando las crines del cuerpo celeste en dirección a la portería de Seaman. Ese retrato, después de más de 30 años compartiendo profesión, viajes y aventuras, me encaja más en la realidad que en la fantasía. En un siglo de radio desde que se escucharan las primeras ondas con el gran icono parisino como transmisor, no sitúo en lugar más apropiado al periodista y locutor, en el origen de una pasión sin límites, como protagonista de un programa con una escaleta sin principio ni fin, disfrutando de su trabajo hasta la extenuación.

Orfebre impetuoso, maestro por vocación y devoción de cientos de periodistas que le deben una oportunidad y miles de secretos, Ortiz Remacha podría salir a La Romareda en cualquier once inicial y nadie cuestionaría al entrenador. Se le distinguiría por llevar un micrófono en la mano y un látigo en la otra. También, aunque en ocasiones lo quiera disimular, por un toque personal de mucha sensibilidad (y ternura). Porque este equipo, y el deporte aragonés en general, se explica en las últimas décadas a través de su voz firme, inconfundible, rotunda como el trueno; no exenta de un humor ácido, inmisericorde con quienes han cometido el error de situarse en el bando enemigo.

Muestra ahora su vida, su carrera desde 1976 y la de su padre, en el centro Joaquín Roncal de Zaragoza (calle San Braulio 5-7), de lunes a viernes, desde las 17 a las 20 horas, y los sábados, de 11 a las 13 horas y de 17 a las 20 horas. Hasta el 29 de mayo, el visitante puede encontrarse en la exposición ‘100 Años de Radio’, objetos y recuerdos a corazón abierto en el dial de los grandes tesoros de todo un personaje que una noche del 10 de mayo de 1995 fue gárgola mitológica cantando el gol de Nayim. Con las sienes plateadas y el espíritu de un niño que no quiere dejar de serlo para aprender, aún da las buenas noches a la buena gente. Y una cita de fondo: ‘La libertad está en ser dueños de nuestra propia vida (Platón)’.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *