Para ganar hay que creérselo

JIM dice que de salida no contempla el empate contra el Espanyol, resultado que daría el ascenso a los periquitos y supondría un buen resultado para este Real Zaragoza de vuelo tan rasante. No se sabe a ciencia cierta qué es lo que pretende el conjunto catalán, si dar carpetazo a su regreso a Primera con una igualada o con una victoria, pero seguramente no le amargaría el dulce de un punto. Lo que es meridanamente seguro es que el entrenador alicantino, aunque se le hinche la vena lírica con La Romareda o con la grandeza del club, va a salir a no perder. Primero porque sabe lo que tiene y sobre todo lo que no tiene, y porque enfrente habrá un equipo infinitamente superior con o sin De Tomás. Luego hará que los chicos rieguen la flor y a esperar por dónde sale el Sol.

El técnico ha adelantado que apenas moverá el equipo y ha repetido sin cesar que es obligada la seguridad defensiva y la concentración, una declaración de intenciones teniendo en cuenta que no ha nombrado una sola vez a la delantera ni por alusiones. El conjunto aragonés necesita la victoria pero lo que no puede permitirse es la derrota, de la que estará más cerca si mantiene el guión de siempre. La recurrente teoría de que en el fútbol todo es posible solo es posible si buscas otra línea de discurso competitivo. El equipo de Vicente Moreno juega a lo suyo y está preparado para un muro que tarde o temprano saltará. Si realmente JIM cree que la victoria es factible, meterse en la cueva ante un rival con armas de destrucción masiva será un suicidio a cámara lenta. Hay mucho más que ganar (la salvación) que perder y es el encuentro ideal para proponerle al Espanyol algo que no espera: un Real Zaragoza con dos puntas de verdad, Azón y Narváez; un centro del campo fresco y de presión ambiciosa; una agresividad permanente o hasta que den las fuerzas en campo contrario.

¿Puede salir mal ese cambio radical? Es muy posible aunque esa amenaza inicial enviaría un mensaje al Espanyol, que el empate no es mal resultado para celebrar el ascenso. En el caso de esperar ordenaditos frente al paredón, se le estará invitando a un ronda gratis. Por eso, para ganar hay que creérselo y demostrarlo. Y si no puede ser, el punto será maravilloso ruja La Romareda o crepite el viejo y obsoleto cemento que la recubre, y la derrota, si ocurre, se contemplará sin más herida que haberlo intentando desde el atrevimiento que exige la delicada y peligrosa situación de un Real Zaragoza al menos capaz de luchar con orgullo e iniciativa.

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