Pardeza marca dos goles a un colosal Cedrún y le envía al hospital (un 10 de mayo)

El fútbol, en su viaje cíclico y antojadizo, de hecho nada mejor que el balón como embajador de su espíritu burlón, guarda episodios singulares en sus páginas. El Real Zaragoza ha protagonizado multitud de anécdotas en sus 89 años de vida, una de ellas o varias a la vez se produjeron un 10 de mayo de 1987 en el Santiago Berbabéu con un buen ramillete de sucesos que hacen muy especial aquel partido. Los actores principales fueron Andoni Cedrún y Miguel Pardeza, pero uno frente al otro. El delantero había regresado al equipo blanco después de su exitosa cesión al conjunto aragonés, donde conquistó la Copa del Rey contra el Barcelona junto al portero vasco, y después volvieron a ser compañeros nueve temporadas más en un Real Zaragoza legendario.

Esa tarde, en la única Liga que se ha decidido por el método del playoff, Luis Costa formó un alineación con nada menos que seis canteranos –Casajús, Blesa, Juan Carlos, Pascual Sanz, Roberto y Abad, dos exmadridistas, Fraile y García Cortés, y sin ningún delantero de referencia– para hacer frente a la Quinta del Buitre y a un Hugo Sánchez que se presentó a la cita con 26 de los 34 goles que le proclamarían Pichichi del campeonato por tercera temporada consecutiva. El mexicano y Cedrún mantuvieron un pulso volcánico, con paradas espectaculares del guardameta de Durango, quien se lució también ante otro misil de Janković y varios intentos de Míchel. El exzaragocista Leo Beenhakker seguía el partido incrédulo desde el banquillo rival hasta que Pardeza tiró de oportunismo y un error defensivo de marca para firmar el primer gol. Señor, que cumplía 200 partidos con la elástica del Real Zaragoza, apareció desde la segunda línea nada más comenzar la segunda parte para romper el fuera de juego y batir en carrera a Buyo… El acoso del Madrid no cesó hasta que otro fallo terrible de Fraile permitió Pardeza hacer el doblete, dar la victoria a los blancos y frenar la racha de los aragoneses, que habían encadenado ocho encuentros seguidos sin perder.

Pero el encuentro reservó un epílogo inolvidable por dramático, una escena que ha pasado al vademécum del zaragocismo. Un balón profundo y dividido al que acudieron Pardeza y Cedrún acabó con el meta con la cabeza abierta y el rostro ensangrentado, con el punta solicitando asistencia médica inmediata frente a la gravedad del impacto. Apenas restaban dos minutos para el final, pero el tiempo se detuvo mientras el doctor Villanueva y el fisioterapeuta Kabir Nana intentaban cortar la hemorragia y tranquilizar a un Andoni fuera de sí. Seriamente afectado, el vizcaíno no dejó de insistir en su regreso al campo mientras le agarraban para convencerle de que no estaba en condiciones. «¡Déjeme doctor, que falta un minuto. Que solo es un minuto!», gritaba una y otra vez el vasco. Muy confuso, sujetado incluso por miembros de la Cruz Roja y con la brecha cada vez más visible, se marchó y Pepe Mejías tuvo que hacer de portero improvisado en el descuento.

Andoni Cedrún salió del estadio en ambulancia en dirección al hospital, donde se sometió a diferentes prubeas neurológicas que descartaron otras secuelas del golpe y estuvo 48 horas den observación bajo la supervisión del doctor Pedro Guillén. Esa misma noche, Miguel Pardeza acudió al centro para visitarle y charlar, con alguna broma de por medio, sobre su estado. Ocho años después, también un 10 de mayo de 1995, ambos levantaban la Recopa en el Parque de los Príncipes de París. El fútbol y sus inescrutables caminos.

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