‘Peace and love’ y algo de vergüenza

El Real Zaragoza hizo su partido y el Espanyol el suyo. Distintos pero con idénticas intenciones, con la premisa innegociable de no encajar un gol bajo ningún concepto porque a uno el reparto de puntos le daba el ascenso y al otro para continuar hacia la permanencia con algunas y valiosas monedas más en el bolsillo. En realidad fue el mismo con diferente collar. Lo que se intuía entre bastidores se confirmó en el campo con dos equipos intensos en la posición aunque muy relajados en ataque, sobando la pelota lo que fuera necesario para que el pacto no escrito tuviera tinta y buena letra. El conjunto de Vicente Moreno es ya de Primera y el de Juan Ignacio Martínez se lleva el ramo de los novios con dos encuentros por delante, Las Palmas y Castellón, donde deberá confirmar que es merecedor de seguir en Segunda División.

El cuarto partido consecutivo sin ganar, en la peor racha de Juan Ignacio Martínez en el banquillo, se evalúa como victoria teniendo en cuenta la dimensión del rival, que en otras circunstancias no hubiera estado tan contemplativo, tan en estado zen. Un par de disparos de Adrián que despejó Diego López, tres manos de Cristian para desviar una falta de Embarba y un tiro descargado de fe de Puado. Sanseacabó para quien pudiera sospechar que en La Romareda no se iba a celebrar una boda sin invitados en la grada pero por todo lo alto en el caso del conjunto catalán y por todo lo bajo por lo que toca al aragonés.

La crónica se resume en una tarde de paz y amor y algo de vergüenza. Un encuentro soleado a la espera de que el infierno de esta temporada se despeje por completo de nubes muy negras, de una planificación propia de niños bien jugando con una pistola que se creen que es suya. Que no se piense la Fundación 2032 que este tipo de situaciones, de arreglos tácitos, enorgullecen a alguien, mucho menos a un club grandioso que van reduciendo a la nada. Tampoco a un entrenador y unos jugadores que quedan expuestos  cada jornada a sobrevivir con su esfuerzo de trabajadores más o menos cualificados pero dignos incluso cuando admiten la limosna para que sus superiores sigan con nóminas de Champions League.

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