Por qué debe seguir JIM

El Real Zaragoza y Juan Ignacio Martínez cruzaron sus caminos en la encrucijada de la tragedia y posiblemente bien entrada la noche de este mismo jueves, después de jugarse contra el Castellón, el equipo habrá certificado su permanencia en Segunda. Un entrenador sin pedigrí rescatado del nomadismo profesional para pilotar a uno las instituciones históricas del fútbol español ha descubierto muchas de las falacias que acompañan al deporte en general cuando se valora la figura del técnico como elemento nuclear de lo estético. Su fórmula ha consistido en la vieja y siempre vigente metodología de concentrar la atención en los jugadores, en reducir su intervencionismo a lo capital, a una aplicación pedagógica lo más próxima posible a lo que necesita toda empresa que carece de talentos: promocionar el sentimiento de tribu, acentuar la capacidad de sacrificio y lograr resultados que refuercen su plan y le otorguen credibilidad entre los trabajadores.

Después de 21 jornadas con JIM al frente, solo el Espanyol, líder y ya ascendido a Primera, ha conseguido más puntos que el conjunto aragonés, cantidad que no solo confirmará la salvación sino que permitirá que la entidad siga existiendo. Su éxito, que es suyo y de los futbolistas en rigurosa exclusiva, no enmascara dudas, errores y decisiones muy cuestionables del alicantino sin excusarle la demencial configuración de la plantilla antes de recoger un proyecto inexistente, condenado por la mengua casi absoluta de capacidades. Sin embargo, su origen, subordinado la experiencia en escenarios más modestos, ha resultado ideal para situar al Real Zaragoza en el contexto adecuado cuando la mayor de las confusiones se había instalado en un equipo sin más puntos cardinales a los que dirigirse que el descenso. El entrenador descartó con excelente criterio cualquier tentación de mejora condicionada a una identidad histórica y señaló la portería de Cristian como altar de todos los sacrificios. Los partidos, en muchos casos, han resultado aborrecibles, empatando al límite de la derrota y ganando al límite del empate. ¿Tenía otra opción cuando se compite sin gol? No.

Por justicia poética, Juan Ignacio Martínez debería seguir un año más, el que le resta de contrato. Aunque no es ese al argumento principal para que Miguel Torrecilla cumpla con lo firmado con su buen amigo. Si se produjera un cambio de propiedad, la llegada de un grupo inversor de los que se han interesado y mucho por el club sobre todo si el equipo se mantiene, podría y debería producirse una higienización completa de la entidad, fondeada en una política administrativa paleolítica, insensible a todo lo que no sea la reducción de la deuda restando patrimonio. Es decir pan barato para hoy y hambruna para al menos una década, una estrategia acaudillada por personajes apolillados o muy interesados en que el armario se pudra con tal de seguir dentro. Si se diera esa circunstancia de mudanza hacia la supuesta modernización, quizás JIM sería lo único salvable del mobiliario humano aunque se le adjudique un perfil demasiado conservador para el gusto de La Romareda. En esa valoración hay un error de cálculo: el público que acuda al estadio cuando reabra sus puertas ha sufrido un notable salto generacional y de exigencias. Es más joven y más permisivo, en gran medida porque solo las vitrinas le recuerdan que hubo un pasado maravilloso, magnífico, y prioriza su sentimiento de pertenencia al espectáculo.

Si al técnico le pusieran en las manos una plantilla para ascender, asegurar que su estilo no encajaría en ese ecosistema es una aseveración mucho más ligada a los prejuicios que a la realidad, porque lo cierto es que cualquier entrenador lo tiene más sencillo cuanta más calidad le entreguen, y se aclimata por pura lógica a las prestaciones del vestuario. El glamur del entrenador crece en paralelo a un vestuario cualificado. Si no es así, si se busca el enfrentamiento de egos o se tutelan con excesiva condescendencia, entonces si estamos frente a un mal profesional, que no parece el caso de JIM, redirigiendo siempre desde su discreta e inteligente torre de control el protagonismo hacia los auténticos actores principales.

El panorama, mientras no se ponga sobre la mesa de la Fundación una oferta en firme que contente y compense su subvención avalista, amenaza con otro capítulo apocalíptico, con otra temporada o temporadas si no en los infiernos sí en el anonimato, paisaje para el que la propiedad ya ha dibujado una hoja de ruta con muy pocas estaciones para la esperanza. Más razón aún para que se apueste por la continuidad de JIM, capaz de convertir un trapo en una servilleta de seda oriental. Conoce las sombras, es un hombre de empresa que no rechistará por lo que le traigan y ha demostrado estar altamente preparado para exprimir de la peor naranja el mejor jugo posible. Sería triste que su segundo mandato en el banquillo estuviera (estará) supeditado a un futuro miserable que edulcorar, pero más vale terrón en mano que kilo de azúcar volando. Y JIM es un gran entrenador, sobre todo para una directiva liliputiense de ambiciones y recursos que se refugiará tras la indiscutible profesionalidad del técnico.

04 comments on “Por qué debe seguir JIM

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    No niego los resultados y que se haya ganado seguir en el cargo por levantar un equipo que estaba muerto. Pero tengo una duda: va a contar con los canteranos como titulares? Se va a hacer un equipo en el que Francho, Francés y Azón sean titulares indiscutibles (si no los venden)? Porque JIM ha demostrado muchas veces que, en caso de duda, canteranos al banquillo… Y no sé si ése es el planteamiento de Zaragoza que yo quiero ni si es el que necesitamos para ascender

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        Así que sí, cambiemos el equipo… Pero los jugadores importantes de esta temporada tienen que ser la base de la próxima y no tengo claro que con JIM vaya a ser así…

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    A estas alturas de mi vida, prefiero un equipo que me represente (con canteranos y jugadores implicados) a un equipo que ascienda. Porque la experiencia me dice que los equipos hechos a base de talonario y con jugadores sin implicación son pan para hoy y hambre para mañana. Y llevamos 9 años «pasando hambre» por culpa de equipos hechos así…

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