Por qué no ganar en Eibar

El Eibar estuvo contra las cuerdas en La Romareda. Se fue al descanso dos goles de Mesa y Grau en un fulgurante final de la primera parte de los locales. Mostró en el Municipal su talón de Aquiles, una considerable fragilidad defensiva que arrastra durante toda la temporada y que, sin embargo, no lo impedirá enfrentarse este domingo en Ipurúa al equipo de Julio Velázquez en posición de ascenso directo porque empuña una lanza ofensiva, como demostró en esa misma cita remontando en la segunda mitad con sus mejores mosqueteros, Bautista, Stoichkov y Aketxe, autores de 25 goles de los 41 que lleva el conjunto guipuzcoano, líder realizador de la categoría. El Real Zaragoza se presenta este domingo en Ipurúa (18.30) sabiendo de la dificultad del compromiso y del efecto que tendría para sus ambiciones escaladoras vencer en un campo singular donde sólo lo ha hecho el líder Leganés, pero también consciente de que en estos momentos su estado competitivo y anímico no es inferior al de los armeros. Puntuar, ganar en este desplazamiento, no es ningún objetivo utópico en un encuentro que enfrenta a dos estilos antagonistas.

El cuadro de Julio Velázquez presenta un aval sólido, un sistema de robusta contención desde que el técnico aplicó los tres centrales ante el Leganés, una semana después de caer en su debut en Albacete. Ocho partidos consecutivos sin perder y cuatro porterías a cero (tres de ellas consecutivas) que se suman a las seis que se firmaron con Fran Escribá, un tal de diez jornadas sin encajar un tanto, lo que contrasta con un Eibar que concede como el que más en Segunda y que sólo lo ha conseguido en cuatro ocasiones. La clave para asaltar Ipurúa, bajo el paraguas de esa teoría de rendimientos presentes y comportamientos generales, reside en aplacar la tormenta que generan los futbolistas de Etxeberría de mediocampo hacia arriba y aprovechar una de sus habituales concesiones atrás. En realidad no se aleja mucho del plan que se utilizó contra el Sporting, de una forma de entender y poner en práctica el fútbol en función de la plantilla que se dispone: hay poco gol y mínima asociación ofensiva, así que toca una disciplinada y numerosa concentración de jugadores alrededor de Edgar Badía y que las musas susurren una vez más a Maikel Mesa, el fino martillo de un Real Zaragoza que tanto añora a Azón y a un Bakis que hoy dispondrá de sus primeros minutos.

Habrá que comprobar como ha afectado a la escuadra aragonesa el impacto de la lesión de Raúl Guti y su pérdida para el resto de la competición. El canterano, en el poco tiempo de que dispuso en su dramático regreso a casa, colaboró a que el centro del campo tuviera más poso, liberando a Moya como constructor en ausencia de Aguado y a Francho en su impresionante despliegue físico y táctico. Su fugaz paso devuelve a la medular a las incógnitas del pasado, donde aún se espera al Aguado estelar del Andorra, si es que Velázquez no apuesta en esta ocasión por Grau, y al Moya que orbita entre los volantes y la zona de pivote donde la pasada jornada rubricó su mejor encuentro y en la que podría tener continuidad. Entre los cinco que estarán por detrás no se esperan cambios, si acaso la vuelta de Gámez a la derecha en lugar de Zedadka porque Mouriño, Lluís López, Francés y el apasionado Mollejo parecen tener cuerda titular para rato.

El día de la vuelta de Cristian y con la sorprendente inclusión de Poussin en la citación pese a la recuperación de Rebollo, el Real Zaragoza pasa una prueba de máxima exigencia frente a un adversario que recupera para la ocasión a su faro, Matheus Pereira, y a Sergio Álvarez. La biografía de este curso dice que el conjunto aragonés responde mucho mejor en situaciones límite, cuanto mayor es el reto. En su torre de cemento armado esperará a que el Eibar se agote en el presumible asedio para darse una vuelta por los dominios de Luca Zidane y asestar un golpe letal. Va defender este relato con uñas y dientes y también con la heráldica de invencible que se ha ganado a pulso girando con brusquedad y eficacia hacia un dibujo de trazos más gruesos y seguros.