Primer indicio de que algo gordo no va a cambiar

Juan Ignacio Martínez concedió ayer una amplia y profunda entrevista a diferentes medios de comunicación en la que traslada su deseo de cumplir su contrato y continuar la próxima temporada en el Real Zaragoza para intentar devolver a Primera al equipo aragonés. El entrenador, que asegura estar trabajando ya de cara al próximo ejercicio junto a Miguel Torrecilla, aparece en la prensa sin haber caído el telón del curso y sin que se formalice el cambio accionarial que se viene gestando desde hace tiempo. No chirría que el entrenador manifieste sus deseos y pocos cuestionan sus méritos para retomar las riendas de un nuevo proyecto después de haber dejado huella de su profesionalidad en la ingente empresa de la permanencia, logro del que fue gran protagonista. Sin embargo, que haya hablado antes de que la nueva propiedad dé a conocer a sus integrantes y la configuración de los distintos organigramas administrativos y deportivos, sí alerta de que algo gordo no va a variar en la sociedad anónima deportiva.

JIM cuenta que ha tenido una reunión con el director general, Luis Cuarlos Cuartero, y con el director deportivo, Miguel Torrecilla, y que cuenta con el beneplácito del club. En este punto, en esa bendición del director general, es donde saltan todas las alarmas y lo que motoriza algunas sospechas de que es más que probable que esa inyección de capital venga ligada a un grupo o personas afines en parte a la actual gestión del Real Zaragoza. Es decir que se mantendría en el cargo a ejecutivos del antiguo y nocivo régimen sin restarles capacidad de mando. En los días posteriores al encuentro contra el Leganés se dará a conocer de forma oficial el relevo, pero antes de producirse emite señales de ambigüedad (o muy claras): ¿cómo es posible que se permita esa reunión entre Cuartero y JIM sin que el directivo tenga el beneplácito de la nueva propiedad? Porque quizás lo tenga y porque ese cambio no sea tan espléndido como se viene anunciando entre bastidores.

 

 

 

 

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