El Real Zaragoza, muy mermado por las bajas, necesita sumar en el Carlos Tartiere para desprenderse de la ansiedad que manifiestan el equipo y su entrenador
El Alcorcón cayó en A Malata con uno menos y se queda con 41 puntos, con lo que la distancia con el descenso se mantiene a cinco. Pero si el Villarreal B gana en Lezama al Amorebieta y se sube a los 42 puntos, resultado que el Real Zaragoza, con 46, conocerá antes de que comience su partido en Oviedo, el equipo de Víctor Fernández saltaría al Carlos Tartiere (16.15) con tan sólo cuatro de margen sobre le minisubmarino. La calculadora echa humo y el mal ajeno es el principal deseo del conjunto aragonés, pendiente con todo de sí mismo, de una victoria que le dejaría virtualmente salvado. Lo que no puede permitirse bajo ningún concepto es perder al margen de lo que hagan terceros implicados. El 1-3 frente al Burgos ha elevado su estado de ansiedad y el de su entrenador, visiblemente afectado por un escenario que no entraba en sus planes. Víctor ha cargado con sutil cicuta dialéctica contra el trabajo de Juan Carlos Cordero y ha buscado en el baúl de las justificaciones, entre ellas la plaga de bajas por lesión y el bajo nivel cualitativo de la plantilla, para aumentar el nivel de complejidad de la salvación. A la necesidad de ese triunfo se ha unido la urgencia del mismo para evitar que la congoja se instale en los tres últimos encuentros de la competición. El sistema nervioso hierve.
Nueve puntos de 24 posibles y diez goles encajados desde que Víctor Fernández se sentó en el banquillo ha sido una cosecha insuficiente, muy pobre, para dar carpetazo a la continuidad, por decimosegunda temporada consecutiva, en Segunda. Caer en este desplazamiento no supondría una tragedia, pero el Real Zaragoza da señales de una enorme inseguridad, y un segundo traspiés consecutivo le inscribiría en una carrera contrarreloj ante Racing de Ferrol en casa, Racing en El Sardinero y Albacete de nuevo en La Romareda en una cita donde los manchegos podrían presentarse con la necesidad de los tres puntos. Sin entrar en más especulaciones y la espera del cierre de la jornada, la visita al Carlos Tartiere desprende inquietud por la acumulación de bajas (para esta ocasión Lluís López y Manu Vallejo), las dudas sobre el sistema que se utilizará, con el de los tres centrales bajo sospecha y la envergadura del rival, aspirante al playoff que viene de ganar al Huesca después de dos derrotas y un empate. Lo único seguro es que Cristian Álvarez estará en la portería, algo que adelantó el entrenador después de que la semana pasada lo devolviera a la titularidad por sorpresa. «Es de los mejores si no el mejor jugador de la categoría. No tengo la menor duda. Serán Cristian y diez más», afirmó con rotundidad, con lo que Edgar Badía se confirma definitivamente en la suplencia para lo que resta de torneo.
La alineación estará muy condicionada por cómo se quiera jugar en Oviedo –«Quiero once que defiendan y once que ataquen»–. No es descartable una cuarta apuesta seguida por los cinco defensas, lo que implicaría la vuelta de Jair y decidir si el carril zurdo es para Valera, improbable tras su mal rendimiento contra el Burgos, Zedadka o Lecoeuche, que ha regresado tras superar su enésima lesión. El técnico no las tiene todas consigo para desatascar la parte de atrás de futbolistas. En ese caso y teniendo en cuenta que hay dos porteros más, tres integrantes del filial (Operé, Terrer y Cuenca) que se han desplazado como batallón de refuerzo y que Bakis y Sergi Enrich son carne de banquillo, el equipo se hace casi solo y serían los mismos del último compromiso con el par de novedades en el eje defensivo y el lateral izquierdo. El Oviedo tiene pegada en Sebas Moyano, Borja Bastón y Paulino (24 tantos en Liga entre los tres), la segunda mejor resolución aérea con 12 tantos de cabeza que contrasta con los tres del Real Zaragoza en esa suerte, la cifra más baja del campeonato, y muy buenos números en casa, donde encaja poco y marca con puntualidad.
Con lo justo y lo puesto también tuvieron que trabajar Fran Escribá y Julio Velázquez. Por lo que las lágrimas de cocodrilo y señalar con el dedo a diestro y siniestro carece de sentido alguno salvo el de protegerse de las críticas. Toca competir y no perder o mejor ganar lo antes posible con lo que trajo Juan Carlos y lo que no ha traído Víctor Fernández.
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Nueve puntos de 24 posibles indican un muy pobre bagaje en lo que ha aportado el equipo y el entrenador.
Que se reconozca que el mejor jugador del campeonato o de los mejores es Cristian es una desmesurada e hiperbolica conclusión que solo se comprende desde un afecto muy personal, pero que infravalora el potencial del resto.
Cuidado que el pasado
No nuble la perspectiva de Víctor. Más cuando se presume que seguirá en el decimisegundo ensayo. Ahí se examina a tiempo completo.
Viendo jugar al Oviedo en El Alcoraz la semana anterior mucha actitud tendrán que poner los jugadores, no les vamos a exigir aptitud porque eso ya ha quedado demostrado a lo largo de la temporada, contemplando lo que queda de competición el partido en La Romareda contra el Racing de Ferrol se antoja decisivo, y una precisión acabar con la defensa de 5 para no tener que variarlo cuando vayamos por debajo en el marcador de lo contrario hoy nos veremos superados en el centro del campo nuevamente y nos arrollaran, el fútbol del Oviedo es muy dinámico con bandas dobladas permanentemente, no creo que la solución sea Lecoueche o Valera defendiendo tendremos que hacer un acto de fe con Zedadka, tengamos la esperanza en que se produzca lo nunca visto esta temporada actitud, garrra y profesionalidad, atención a Colombato.