Ramírez congela la historia de La Romareda

El técnico salta de nuevo por encima de la idiosincrasia del club y del factor campo con un sistema ajustado a la realidad del equipo pero que la afición volverá a examinar con lupa

Si algún aficionado de otras décadas levantara la cabeza y viera cinco defensas en la alineación del Real Zaragoza, mandaría vía espiritista que le rompieran el abono. Si el planteamiento, además, fuera en La Romareda, cursaría un telegrama al diablo para que convirtiera el estadio en cenizas. El templo del fútbol que construyeron los Magníficos para deleite de una generación, orgullo de las venideras e identidad de un equipo imposible de entender sin el espectáculo y el juego ofensivo con delanteros, se ha tenido que plegar ya en varias ocasiones puntuales en la búsqueda de soluciones para evitar calamidades varias. No han tenido mucho éxito en el Municipal esas formaciones donde los laterales son defensas y atacantes y el protagonismo se consigue con musculatura táctica. En esta docena de años se ha visto de todo y casi nada bueno. Entrenadores, jugadores y sistemas se han entrecruzado con la frustración de una hinchada que hace una semana explotó contra un técnico que debutaba en casa y lo hacía con tres centrales. No era algo personal con Miguel Ángel Ramírez, pero este domingo frente al Cádiz sí podría serlo porque la paciencia hace tiempo que emigró de la grada.

El canario se saltará de nuevo la idiosincrasia del club y el factor campo a favor de una idea en la que cree a ciegas y que en La Rosaleda le dio la razón después de que en Elche casi se rascara un punto a base de alta resistencia. Ante el Tenerife, más por la elección de futbolistas que por la estrategia en sí, se le vino todo abajo con un empate agónico frente al por entonces colista. Con el 0-2, se pidió a gritos su dimisión y la de la directiva. Pero regresa de una victoria trabajada, de una lectura más correcta de la plantilla que tiene en sus manos y del aprovechamiento que debe hacer de cada pieza en la alineación y con el partido en marcha. También se ha sumado a su teoría la figura de Kenin Arriaga, un mediocentro defensivo que cumplió a la perfección como eslabón defensivo de una medular con Bare y Moya por delante y de cuarto central en la recta final de la cita con el Málaga. Sus argumentos se ajustan a la realidad vigente de un equipo muy débil en defensa y pendiente de reforzar la inestable línea de centrales. Se puede cuestionar más o menos el dibujo, pero el problema reside en quienes lo ejecutan.

La presión asfixiante y coordinada, durante un buen número de minutos en campo contrario; la agresividad colectiva en la lucha de los duelos sin rehuir las faltas (se cometieron 28, el doble de la media de infracciones por encuentro) y los centímetros de altura y de piernas de Arriaga resultaron fundamentales para la remontada, después de sufrir el habitual letargo gremial en el gol de los andaluces. La respuesta inmediata con el tanto de falta de Tasende vigorizó la apuesta hasta que, después de los acertados cambios, llegara la elaborada diana de la victoria de Pau Sans. ¿Ese Real Zaragoza volverá a repetirse? En la forma, sin duda. En el espíritu, se entiende que también, esta vez sin el sancionado Lluís López y con Jair en su continua puerta rotatoria en este mercado acompañado a Vital y Clemente. El entrenador ha venido con un plan bajo el brazo y, en el fondo, nadie puede reprocharle que no esté haciendo lo adecuado porque la tradición no le asegura nada. Un 1-4-4-2, un 1-4-3-3, un un 1-4-1-4-1… Ramírez no entiende de local o visitante sino en una morfología diseñada de acuerdo a las características del vestuario.

Así ha establecido más que nadie en estas 12 temporadas un paréntesis en la historia de La Romareda que convence y, al mismo tiempo, duele porque gran parte del público lo entiende como una falta de respeto a la tradición. Hay un enfrentamiento íntimo entre el deseo y la realidad, entre el pasado y el presente, una amargura insostenible porque cualquiera que pase por este estadio sale con una sonrisa. El sistema es más o menos efectivo en función de la actitud, del comportamiento, de la calidad y el talento, que son los que revisten las filosofías en los deportes grupales. El Real Zaragoza gana con cinco defensas si los once y los que salgan desde el banquillo le dotan de la seguridad de que carece que con una hipotética alineación valiente. Aun así, el espíritu de La Romareda no duerme, y volverá a examinar con lupa al entrenador. Como siempre, el resultado se impondrá por encima de otros valores.

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