Ya ha pasado el espectáculo de la Navidad utilizada como pretexto para algunos de cara a radicalizar la sociedad de nuestro país. Afrontamos un 2025 que puede significar el comienzo de una recuperación del honor perdido o que, por el contrario, puede derribar hasta los cimientos nuestra cultura y civilización. El caso del FC Barcelona con los jugadores Pau Víctor y Dani Olmo demuestra una vez más que el Gobierno le soluciona cualquier problema al independentismo catalán incluso en un lugar tan peligroso como el fútbol profesional. Y mientras tanto el Real Zaragoza sigue favoreciendo la división en la opinión de los aficionados blanquillos; primero fue con Víctor Fernández, después con Iván Azón y el resto de canteranos no renovados y, por último, con la difusión de rumores sobre las nuevas incorporaciones de Juan Carlos Cordero para el mercado de invierno.
El domingo vuelve la Liga con la novedad de Miguel Ángel Ramírez. En su página web destaca una frase de la que soy un ferviente admirador: «Espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga». Se trata de un proverbio inglés del siglo XVI que demuestra la inteligencia de quien asume esa manera de vivir dejándose de excesos de fe, la esperanza como última alternativa o la intervención divina para resolver nuestros problemas. Vamos, «a Dios rogando pero con el mazo dando», una versión más folclórica quizás, publicada por primera vez en la continuación del Quijote, de Miguel de Cervantes.
En consecuencia, con respecto al nuevo entrenador zaragocista, deseo que por fin se llegue con él a la construcción de un equipo con posibilidades de ascender. Pero me he acostumbrado a que esto no suceda después del número de técnicos que han llegado a la Romareda en esta etapa de agonía. Por ende asumiré el resultado de este nuevo proyecto con serenidad, tranquilidad y fortaleza. Porque nadie sabe cómo funcionan las calderas del buque zaragocista, su destino y el capitán que instruye al timonel en este tiempo de tormenta y con una tripulación agotada.