Sabin y Azón, tanques para la nueva guerra

El Real Zaragoza ha languidecido con el sistema de mesilla de Juan Ignacio Martínez, consistente en jugar con un solo delantero de referencia. No funciona por dos cuestiones sabidas. Primero porque al atacante de referencia le hace jugar lejos de su campo de acción natural, y después porque no sobra calidad individual en la definición. De vez en cuando ha puesto un escudero a las espaldas del elegido, pero tampoco ha sido una solución para aumentar el volumen ofensivo. El problema se acentúa porque la segunda línea es testimonial en la llegada al área, porque los centros laterales son imprecisos o sin que el receptor consiga llegar al envío y porque la posesión se traduce en un paquidérmico intercambio de pases en estático que no dañan al rival. No hay una fórmula mágica para mejorar la capacidad goleadora, imprescindible para regresar a las victorias en un episodio del campeonato donde han aumentado de forma considerable los riesgos, pero JIM debería buscarlas y no enrocarse en un libro de estilo que ha fracasado con estrépito. Su insistencia en el 1-4-2-3-1 y sus variantes carecen ya de sentido para abrir la puerta a un 1-4-4-2 que sin asegurar la panacea sí acumularía arriba a un par de rematadores, al menos uno de ellos siempre dentro del área. En ocasiones las soluciones residen en lo elemental.

Con dos puntas, a elegir las combinaciones entre Álvaro, Sabin Merino y Azón, aunque por las características la más equilibrada sería la compuesta por los dos últimos, el técnico enviaría un mensaje distinto, más ambicioso y más acorde con un Real Zaragoza que necesita afilarse arriba en número y en colmillo. Un fútbol más directo, amenazante y que daría sentido a las subidas de los laterales sabiendo que alguien siempre estará esperando sus centros. Dos mejor que uno. Y permitiría a Eugeni marcar pases diagonales o verticales en marcha y no siempre a balón parado. Esta es otra guerra distinta después de 27 jornadas de penitencia realizadora, una etapa en la que ni Nano Mesa ni Narváez tienen puesto en la titularidad porque, muy bajos de forma, empastan a un equipo que necesita más vuelo por fuera para suministrar de balones a dos tanques que percuten sobre todo físicamente. Azón, que marcó en Leganés, tiene algo dividida a la crítica por errores conceptuales que subrayan su ternura, pero junto a Sabin Merino, otro luchador y buen cabeceador que gana próximo a la portería y no acostado en una banda como actuó frente al Málaga, se presume una sociedad muy incómoda de defender.

Ya no es cuestión de probar sino de apostar por reunir delanteros y no piezas de fino pero nada productivo enganche que, por lo general, se apagan o difuminan en la orilla. Chavarría y Gámez necesitan darle sentido a sus incorporaciones y Borja Sainz, a sus quiebros en carrera, y en el mediocampismo puro, que Francho libere a Petrovic con Eugeni de transportista creativo. No se trata de un experimento sino de una herramienta. Se ha fichado a Sabin Merino para que haga goles para la salvación, pero solo o fuera de sitio no los hará. Azón o Álvaro Giménez sería buenos compañeros para mezclar virtudes en una olla vacía de contenidos, en el área.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *