Salvados por la caridad y la divina providencia

El Real Zaragoza tiene todas las papeletas para salvarse. Su situación es crítica y los modestos, de repente, se han puesto flamencos para agarrarse a la permanencia. Pese a todo, es muy posible que la divina providencia jamás en la historia haya jugado tantos minutos de titular en el conjunto aragonés. No hay por qué despreciarla: en ocasiones se alinea con otros equipos, aunque es cierto que se ha hecho fanática de este club antes y durante la etapa de Juan Ignacio Martínez. El entrenador alicantino ha cumplido con su trabajo para que esa intervención favorable del destino encuentre acomodo en un vestuario desnudo por completo de fútbol gracias a la Fundación 2032, ese ente amorfo que flota entre albaranes, pagos e impagos a regañadientes y una ignorancia deportiva supina. JIM los ha reunido a todos en defensa y ha puesto velas por la mayoría las iglesias de la España de Segunda. Bienvenidas las oraciones escuchadas.

Ponerse estirado por la buena estrategia y por el 50% de los puntos que ha conseguido desde que llegó es un buen argumento para elogiar al técnico. Prácticamente irrebatible. Pero hay razones que la razón no entiende, y en este Real Zaragoza tan singular, comprender todo por planteamientos de partidos y elección de jugadores más que rebatibles y por los buenos-malos números es un ejercicio demasiado simple. Aunque hay que insistir en que en un juicio sin más testigos que los resultados, cualquier acusación ni entraría en la sala salvo que se produzca una más que improbable catástrofe en las últimas jornadas.

A la cabeza de esta extraordinaria forma de aproximarse a la permanencia sin delanteros, sin refuerzos en invierno, sin una pizca de fútbol, dependiendo de tres juveniles y un veterano con orgullo se localizan dos momentos puntuales: los tres puntos por alineación indebida del Alcorcón y el punto rescatado por Cristian en Lugo. Con esa simple resta, el Real Zaragoza tendría 40 puntos, es decir apuntando directamente al cataclismo. En los últimos tiempos ha habido otros episodios fronterizos con la desgracia que han finalizado en festejo. La jugada de Zapater en Logroño que propicio el empate; los dos penaltis provocados por Azón en Fuenlabrada y en Lugo y sus goles en Cartagena y ante el Almería (siete puntos que el chico ha regalado desde el más intolerable y ridículo de los ostracismos); el penalti detenido por Cristian en el Fernando Torres… Para compensar ese 1-2 del Almería anulado por el VAR, que luego confirmó un polémico penalti a Jair Amador en Girona.

Ahora toca mirar el calendario como un cordero degollado, como Oliver Twist frente a la escaparate de la pastelería, esperando a que Espanyol, Las Palmas, Mallorca y Leganés dejen algo en el cepillo, que seguramente lo harán. Es el tiempo de la caridad una vez que la divina providencia ha hecho muy bien su papel y de que JIM ocupe un lugar en un altar que por méritos debería ser para Cristian o Azón.

 

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