Es de público conocimiento que Raúl Sanllehí está encantado con el trabajo de Luis Carlos Cuartero y que llegó a ofrecerle la continuidad en algún cargo por ahora misterioso, a lo que el exjugador renunció sin que se se haya establecido una fecha para su salida del Real Zaragoza. El director general emérito circula aún por los pasillos del club y de la Ciudad Deportiva mientras el vigente director general sigue su misma política de hermetismo absoluto aun cuando diferentes situaciones requieran su comparecencia para explicarlas o aclararlas. Sanllehí, como figura omnímoda de la nueva propiedad en Zaragoza, ha tenido motivos más que suficientes para despejar algunas dudas de la afición en asuntos de toda índole, sobre todo los que se refieren a un proyecto en apariencia ambicioso por la inversión realizada pero enfundado en unas limitaciones que no sacan al equipo de pobre de forma inmediata con el peligro que eso supone en la competición.
Las melosas palabras de Jorge Mas en su par de visitas en carroza faraónica a la capital aragonesa han tenido un efecto hipnotizador, pero su peso real en el consejo pese a ser presidente se limita a aparecer en el escaparate, de doblador de las escenas de peligro de los actores principales. No miente en sus exposiciones el magnate estadounidense porque es una voz autorizada, sin embargo está demasiado lejos del día a día, y en ese espacio le corresponde aparecer en escena a Sanllehí, quien desde que ofreció una entrevista en la página web del club no ha dado señales de vida mediática. Ese silencio se ha unido al del director deportivo, lo que ha provocado un nada saludable vacío institucional que emparenta directamente con el de los antiguos dueños. El Real Zaragoza está siendo gestionado como una empresa al uso que para calmar el pulso sentimental del seguidor inyecta como novedad caramelos narcóticos en sus redes sociales, una maniobra que no encubre la responsabilidad de comunicación cara a cara que, de vez en cuando, exige este deporte, esta fábrica de sentimientos que ha reunido por el momento a casi 25.000 socios en el corazón y, conviene no olvidarlo, en las cuentas.
En mitad de este hueco decorado con la renovación de los canteranos, el fantástico diseño y puesta en escena de las camisetas y la ya mencionada excursión de Jorge Mas, estos días, desvelado por el Periódico de Aragón, se ha sabido que Sanllehí solicitó una rebaja de nóminas del 10% a la plantilla para reconducir el dinero hacia el mercado de fichajes, a lo que gran parte de los futbolistas se ha negado. Esa señal de socorro al vestuario impacta con el músculo financiero exhibido por los accionistas, una contradicción que pide una urgente aclaración ya no sólo por lo sorprendente de la petición, sino porque los futbolistas quedan expuestos a las especulaciones y a los juicios a bote pronto por una negativa que procede de ciudadanos de primera clase cuando en realidad muchos de ellos no lo son. Los hay que ganan 80.000 y otros que perciben 400.000 con escalones intermedios. ¿Qué tipo de porcentaje se había establecido en la disminución? ¿Sólo afectaba a las ganancias más altas? ¿Ese dinero iba a ser para fichar un crack o una medianía? ¿Los ejecutivos también entraban en el mismo paquete de restricciones? Lo único que se sabe es que la intención era devolverles el capital en caso de ascenso.
Se estrecha el cerco del mercado de verano y en la plantilla, muy dolida por cómo se ha tratado el tema, e incluso en la alineación conviven todavía futbolistas de los que el club se quiere desprender, con Narváez y Petrovic encabezando esa lista. El colombiano y el serbio, con contratos en vigor, no tienen la mínima intención de facilitar sus desvinculaciones, por lo que Miguel Torrecilla podría llegar a la medianoche del jueves sin capacidad para adquirir el delantero que tanto reclama este Real Zaragoza sin gol. La atmósfera no es la mejor después, además, de tres jornadas sin ganar y sin conseguir un tanto, y podría condicionar el resto de la temporada. El mutismo de Sanllehí le está haciendo un flaco favor a la entidad. El síndrome Cuartero se sigue respirando en los despachos.
Alguien ha oído la voz de Cuartero alguna vez?
Opacidad, falta de transparencia. Y con Cuartero, Forcén y Torrecilla dentro. Demasiado…