Saturno en la Ciudad Deportiva

El atractivo debut de Pau Sans, junto al fascinante gol de Bebé, no sirvieron de consuelo a la zurra recibida por el Alavés, pero pusieron un par de gramos de azúcar en el amargo paladar de la aplastante derrota. Luego ocurrió lo de siempre en los últimos diez años cuando un chico de la cantera alumbra este túnel infinito aunque sea por unos minutos: se liberó la dulce tentación de subirle varios peldaños en la escalera de las promesas y los elogios de terceros ensalzaron su breve biografía y sembraron de coquetas semillas su futuro. No es la primera vez que se intuye una joya en el cenagal, necesitada la afición y la prensa de hallar una motivo con el que ilusionar sus corazones y sus espacios informativos. En una década impura, los diferentes propietarios del Real Zaragoza han acudido a la Ciudad Deportiva para dilatar su estancia en el club con estupendos futbolistas y otros buenos jugadores que, siendo protagonistas en la mayoría de los casos, han ayudado a evitar la ruina económica y deportiva de la institución. Algunos han dado un tímido salto a Primera, pero casi todos permanecen, que no es poco, en el profesionalismo de Segunda, por debajo de la frontera con la élite.

La multipropiedad que preside Jorge Mas dobló su apuesta por la academia, situándola como uno de los principales motores de su proyecto de ascenso a corto, medio o largo plazo, algo que está por descubrir mientras dedican tanta o más atención a la nueva Romareda como al equipo. Azón, Francho y Puche se unieron a Francés como integrantes por derecho de la primera plantilla, una decisión que hacía justicia con los canteranos, pero que, sin duda, encubría una maniobra efectista para contentar a la hinchada y prefabricar un recibimiento amable. Con el tiempo se ha confirmado lo que ya se sabía de las dos últimas temporadas: en Francés, Francho y Azón había material para trabajar con tiempo y paciencia en su proyección, curtidos los tres como actores principales en un par de guerras del fin del mundo. Fueron trascendentales en las salvaciones con JIM, brillando el central con particular relevancia, pero entregarles la capitanía de un ejército cualificado para ascender supone una desmesura.

En su tercera experiencia, Francho ha sufrido para hacerse un hueco titular, Azón ha sido víctima de las lesiones y Francés ha sufrido un desvanecimiento considerable. Y el Real Zaragoza, con menos angustias aunque sin respirar aún tranquilo, repite entre los aspirantes a la permanencia con el consiguiente y brutal desgaste que entraña para estos jóvenes que van creciendo y sumando cicatrices entre campos de minas. Su heroicidad se ha gestado en un contexto concreto y, como en el caso de un Pau Sans aún por descubrir en zona de guerra, recibieron su cuota de alabanzas y llamaron la atención del exterior sin que nada se haya concretado. Hoy en día, Francho es un centrocampista con una gran capacidad para estar en todas partes y un halo de cierta ternura a partir de la línea de tres cuartos; Francés sigue perteneciendo a la raza de defensas con carácter e inteligencia sin que le sobre físico para algunos duelos, y a Azón, un ariete que tiene un ratio cercano a la docena de goles si pudiese participar con continuidad, se le intuye todavía un periodo de aprendizaje.

El verano se va acercando y con él la ventana de la verdad, a través de la que Juan Carlos Cordero deberá plasmar cuál es el auténtico interés del fondo de inversión por subir lo antes posible. Desde luego no será delegando de nuevo la responsabilidad y la cruz en unos alumnos aventajados, sino asumiendo una renovación a fondo del vestuario con los que saldrán por cumplimiento de contrato y por un buen puñado de fichajes de nivel para competir cara a cara con los mejores. Para esa empresa ambiciosa no interesa la mayoría de los futbolistas que ahora componen una plantilla de segunda ni dejar que Saturno siga devorando a sus hijos en una Ciudad Deportiva de la que ha brotado Pau Sans para seguir, si no se remedia, siendo otra perla que se consume en la mediocridad.

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