Sergi Enrich y el regreso a la normalidad

El delantero, que ha disputado 35 minutos como revulsivo de última hora, reclama su lugar en un Real Zaragoza que necesita una vuelta al orden, al sistema más adecuado y a sus futbolistas de mayor relieve

Sergi Enrich es el futbolista de la plantilla que menos minutos ha disputado hasta el momento. Tan sólo 35, todos ellos repartidos en cinco jornadas en las que ha participado como revulsivo de ultimísima hora, sin apenas espacio temporal para poder aportar algo. Un cuarto de hora frente al Racing es la mayor contribución que figura en su breve hoja de servicios. Hay una razón de peso para que el balear se haya mantenido en un discreto plano en el programa de Fran Escriba pese a ser, a sus 33 años, el delantero del Real Zaragoza con más gol de calidad en su carrera de todos los que figuran en nómina: cuando Juan Carlos Cordero le convenció para que fichara, el futbolista se encontraba sin equipo, entrenándose en su Ciudadela natal (Menorca) con un preparador físico después de que el Oviedo no pudiera hacerse cargo de su caché una vez que Borja Bastón decidió continuar en el Carlos Tartiere, su último destino. El atacante ha tenido que ponerse a punto y lo ha hecho sin rechistar, con Bakis, Azón, Mesa y Manu Vallejo por delante en las preferencias del técnico. Sin embargo, frente al Mirandés podría y debería llegar su hora en la titularidad porque el conjunto aragonés necesita algo de aire fresco arriba, el de un jugador incombustible y perfecto conocedor del área.

Los entrenadores, cuando sus goleadores se eclipsan más allá de lo razonable, suelen apostar por recuperarles dentro del once como mejor terapia. Bakis, no obstante, ha ido deslizándose hacia abajo en su rendimiento, además de no tratarse tampoco de un matador reconocido. En A Malata, sustituido por indolencia en el minuto 62, su rostro delataba desolación. Como una llama apagada y una vez más sin conseguir marcar, se retiró con el gesto muy afectado. Necesita un paréntesis, un reseteo al margen de que su esterilidad realizadora se deba en gran parte a su falta de inspiración y en otra porción en nada menor a un Real Zaragoza que ha perdido pujanza ofensiva y no halla soluciones para proveer a la gente de arriba. Enrich está con las pilas cargadas. Siempre lo ha estado en su prolífica trayectoria y con una considerable puntualidad goleadora primero en el Numancia en Segunda y después como pieza principal o de recambio en el Eibar de Mendilibar. Si no hay causa mayor que lo desaconseje, Enrich tendría que aparecer en la alineación el próximo domingo junto a Iván Azón. Por el bien del equipo y de un Bakis que, asfixiado por la responsabilidad y el desencanto, necesita un respiro. Hay que tener en cuenta que saliendo desde el banquillo no le ha ido nada mal en sus anteriores destinos, una versión que maneja bien y que podría aproximarle a ese gol que tanto precisa para reanimarse.

El Real Zaragoza, además del batallador y fogoso Enrich para recargar su armamento, pide a gritos un regreso al orden después de que Escribá se haya perdido en experimentos poco o nada fructíferos. Las lesiones de Nieto y la de Francho han sido dos seísmos a los que aún no ha encontrado respuesta. El baile de los laterales ha tenido a Luna y Borge, este último con mejor respuesta, como eventuales zurdos, con Gámez viajando de un costado al otro sin brújula. La defensa, el argumento más sólido del liderato, se ha visto agitada y dañada por los movimientos, pero sobre todo por la elección de los protagonistas. En ninguno de los casos se ha resuelto con Francés en la derecha y Gámez en la izquierda, posiblemente la combinación más adecuada por experiencia y calidad aunque el de Sagunto siguiera a pierna cambiada. La versatilidad del canterano, central por naturaleza, no sólo le permite desenvolverse con espontaneidad en una parcela que no es la suya, sino que le faculta para poder hacerlo mejor que el propio Gámez. El sacrificio posicional de Francés posibilitaría la vuelta de Mouriño al lado de Jair, una sociedad de garantías y más aún si se sellan las vías de agua laterales.

En el centro del campo hay tela que cortar. La baja de Francho ha supuesto un disparo en el pecho y Escribá ha jugado con la baraja hasta convertirla en un castillo de naipes. El entrenador ha buscado en Toni Moya la figura que orqueste el fútbol, función para le que ha nacido Aguado, reserva en la primera derrota del curso contra el Racing de Ferrol. Moya es un notable vértice de rombo porque le permite más libertad y llegada para potenciar su excelente disparo de media distancia. En ningún caso se trata de un conductor, y mejos cerca de Grau, como ocurrió en A Malata. El técnico insiste en su conservador 1-4-4-2, pero la plantilla que tiene le susurra más valentía, y ante todo que Aguado sea quien imprima su personalidad y su excelente pase interior a la pelota. Mesa y Valera, dos futbolistas distintos que requieren mucha participación y cerca del balón, no pueden faltar en el menú como parte del triángulo o de mediaspunta. Se insinúa así el atractivo rombo o un 1-4-1-3-2 muy atrevido pero quizás más acorde con el carácter de un líder que busca identidad. Con Azón, cómo no, y esta vez Enrich en el cañón del fusil.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *