Soberón abre dos caramelos con sabor a liderato

Un doblete del delantero al aprovechar un error de Dituro y sentenciar con otro tanto a un Elche lastimoso en el sistema de Sarabia premian a un Real Zaragoza al acecho e inteligente que adorna Francho con un gol magistral (3-0)

El Real Zaragoza se sentó a la puerta de su casa y espero a ver pasar el cadáver de su enemigo, sobre el que ejecutó un ejercicio de paciente demolición y presión que terminó por fulminarlo. En el primer partido en La Romareda, con el fondo sur abrigado por una lona, el equipo de Víctor Fernández goleó y recuperó el liderato según la hoja de ruta prevista, donde también figuraba la presumible colaboración inestimable de un Elche que no sólo no entiende el lenguaje estratégico de Eder Sarabia sino que además lo ensució de terribles errores con pérdidas no forzadas y continuas malas decisiones en la salida del balón. En un duelo de estilos contrapuestos, el conjunto aragonés tiró de la soga cuando su adversario le dio cuerda, que fue con insistencia. Al acecho, inteligente, al asalto de la pelota para el robo o provocar el error, llegó a ridiculizar la posesión infructuosa del Elche, víctima de una inseguridad intolerable en zonas de máximo riesgo y entregado tras la roja a Óscar Plano al comienzo de la segunda parte.

En el día de otro debut en ataque, el de Alberto Martí por la ausencia de Bazdar, Mario Soberón capitaneó esa caza de brujas con su segundo doblete de la temporada. El Elche se desangraba con un Diaby histérico, conectando de vez en cuando con Nico por la banda izquierda pero sin conexiones de peligro para la portería de Poussin. El encuentro dormitaba con un Real Zaragoza muy despierto, atento a ese encadenamiento de desajustes para dar su zarpazo. Y llegó en el minuto 37. Un disparo de Marí sin excesiva potencia le estalló a Dituro en el pecho en un pésimo gesto y Soberón recogió el rechace par driblar al meta y marcar. Soberón es un especialista en este tipo de pesca en el área y su anzuelo desgarró por completo la frágil fiabilidad defensiva del Elche, que visitó de forma definitiva el infierno.

Aún pudo el Real Zaragoza cerrar la primera parte con mayor ventaja, pero una indecisión entre el propio Soberón y Bermejo, que tenían a Martí y Calero solos acompañándoles para una asistencia, impidió un viaje más feliz al vestuario. El Elche se ocupó de seguir en su torre de Babel, desquiciado, fracturado ante un bloque homogéneo de automatismos muy sincronizados para enloquecerle. En ese estado de de enajenación, Óscar Plano pisó la rodilla de Tasende y dejó a sus turbados compañeros en inferioridad en el minuto 54. Un cuarto de hora después, el Real Zaragoza abrió la trampilla del cadalso por segunda vez con una exquisita asistencia de Calero, la tercera ya, y un impecable remate de cabeza de Soberón.

Antes de confirmar el trabajo de demolición del Elche con el segundo gol, Víctor Fernández había dado entrada a Moya por Aguado, Azón por Marí y Francho por Bermejo. Con el partido resuelto, se sumaron también Adu Ares y Luna. Se había ido Soberón al banquillo a seguir saboreando los dos caramelos y su liderato de delantero oportunista, de yunque. Pero el Real Zaragoza seguía con apetito para adornar la tarde y Francho, poco antes de que Azón se encontrara con el poste por segundo partido consecutivo, colocó una pelota en la escuadra con la zurda. Un gol magnífico que terminó por sellar la tapa del ataúd de un Elche muerto al llegar que no entiende el idioma de Sarabia quizás por incomprensible con estos jugadores. Todo lo contario que el Real Zaragoza, que siguió el patrón de un coordinado equipo capaz de encajar en distintos disfraces. Esta vez lo hizo de imperturbable verdugo.