El goleador, en una entrevista concedida a el Periódico de Aragón, habla de «mala gestión» de sus múltiples lesiones
«Entiendo que la gente se preocupe porque la primera lesión no era tan larga como ha sido el proceso. No todo depende de uno mismo. Yo hice todo de mi parte para volver cuanto antes, nunca me he rendido. Las lesiones, como dijo el míster, pueden ser multifactoriales, y en mi caso han influido muchos factores que no vienen al caso porque ya es pasado». Así intentaba explicar a finales de febrero, sin profundizar pero dejando un recado nada subliminal a los servicios médicos del club, el calvario físico que ha pasado Mario Soberón en su primera temporada en el Real Zaragoza, un curso que ha cerrado con tan sólo 24 partidos, 20 de titular, pero siendo el máximo realizador de la plantilla con diez goles en 1500 minutos. Hoy, en una entrevista en el Periódico de Aragón, el delantero regresa sobre esos mismos pasos, señalando al grupo de trabajo que comanda el doctor Ireneo de los Mártires como gran responsable de la tardanza en las diferentes recuperaciones a las que ha tenido que hacer frente. «Si te soy sincero, pienso que mi lesión no estuvo bien gestionada. Pero es algo que ya ha pasado, entonces tampoco quiero darle más vueltas. ¿Se refiere por su propia parte o por los servicios médicos del club?, le pregunta el periodista. «Por mi parte estoy contento porque siempre hago lo mejor o lo mejor que puedo, doy todo lo que puedo. También me llevo cosas buenas porque he aprendido a conocerme más, a saber cuándo sí y cuándo no. Igual ahora he encontrado más la forma o el método más correcto para mí».
El caso Mario Soberón ha sido el más llamativo por su duración de todos, que han sido legión. que han tenido la enfermería como destino. Por una recaída y por una gestión demencial de sus problemas físicos, llegándose a cuestionar incluso que el futbolista estuviera quejándose más de la cuenta. Siendo el Pichichi del equipo con seis goles, una microrrotura a nivel de la musculatura isquiotibial en su pierna izquierda, producto de unas molestias que arrastraba y que puso en conocimiento de los servicios médicos sin que estos lo tuvieran en cuenta, fue el principio del calvario del punta. El jugador fue forzado y se rompió en el descanso ante el Tenerife. La cadena no paró: sufrió una nueva rotura, esta en el gemelo. Llegó a calentar en la eliminatoria de Copa ante el Granada pero se descartó la no verse al cien por cien. En Ipurua salió por Clemente en el 69 y en un golpeo minutos después notó molestias en el cuádriceps, terminó el partido y las pruebas revelaron que tenía una rotura en el recto anterior derecho. Casi tres meses de ausencias de un futbolista de suma importancia en una plantilla que ha sufrido una avalancha de lesiones, muchas resueltas en silencio informativo o con escuetos o tardíos partes, y procesos de recuperación y rehabilitación más que cuestionables.
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¿Y van, cuántas quejas? Ni es normal ni admisible. Que se queje uno, puede suceder; pero que se quejen muchos es ya un síntoma.
En fin, todo quieto, sólo importa el campo y Zaragoza todo lo puede y, en última instancia, se traerá algún sobrante del equipo casposo.