Como todas las temporadas noviembre pasa con lentitud y altibajos poniendo a prueba la resistencia de los aficionados del Real Zaragoza. Entre las fiestas del Pilar y la Navidad se ponen en evidencia las carencias de la plantilla, la dificultad del proceso para mantenerse en los puestos de cabeza y la falta de confianza de una parte del cuerpo zaragocista en el entrenador. También el silencio, las dudas en las renovaciones o lo que puede ocurrir en el mercado de invierno dadas las lesiones de futbolistas importantes que apenas han podido destacar en el primer tercio de la competición.
En cuanto a la falta de comunicación está claro que se ha conseguido lo pretendido desde hace varias temporadas, no hay más noticias que las oficiales, se desconoce el tiempo de recuperación de las bajas y la dirección empresarial del consejo de administración del club. Los cambios que se producen acercan más a Madrid del grupo de decisión de la entidad zaragocista y vinculan el objetivo fundamental de los inversores en la construcción del nuevo estadio en completa sintonía con el Ayuntamiento de la ciudad y el Gobierno de Aragón. Entran nuevas empresas de cara a la difusión comercial dentro de la marca «Real Zaragoza» y solamente en las redes sociales aparecen grupos de seguidores a favor y en contra de lo que ocurre, especialmente de la marcha deportiva, que se van acercando a los extremos como es habitual en esta forma de comunicación tan crispada mundialmente en todos los sentidos.
Yo soy escéptico por naturaleza, no creo en el destino ni tampoco en la justicia; eso no significa que sea pesimista porque sería darle demasiada importancia a un estado de ánimo y la vida está al margen de los sentimientos de las personas porque las elecciones que se toman corresponden a los más poderosos y siempre en su propio beneficio. Solamente deseo que coincidan los intereses de la propiedad y sus socios con el deseo de los miles de zaragocistas a corto, medio y largo plazo.