Después de dos victorias consecutivas en El Toralín y contra el Sporting en el mejor encuentro hasta la fecha, la dura derrota en Anduva, donde colista desmanteló el timorato plan de Juan Carlos Carcedo y los futbolistas fueron incapaces de repararlo sobre el campo, no contiene los elementos dramáticos suficientes como para señalar al entrenador ni para establecer que el Real Zaragoza ha entrado oficialmente en crisis. La situación en la tabla, por el momento y para la mayoría de los clubes, es una cuestión casi anecdótica, aunque conviene no perder tiempo para evitar cuanto antes posiciones que comprometan al conjunto aragonés. Eibar, Real Oviedo, ambos en La Romareda, y el Racing en El Sardinero en jornada intersemanal son los tres próximos rivales. En la suma de esos marcadores y superado el primer cuarto del campeonato, ya sí se podrá saber si se ha tomado el camino correcto o, en caso contrario, si la paciencia de Raúl Sanllehí con Carcedo empieza a tambalearse por mucho que sea su valedor y rece a la paciencia de un proyecto a largo plazo. El resultado es el único poder inalterable en este deporte.
Ya se ha vuelto a detectar que el equipo no tiene gol ni jugadores que lo puedan asegurar en el futuro con un goteo constante. La fe en el frenesí de Giuliano, en el regreso de la mejor versión de Azón y en la adaptación de Gueye son los argumentos para salir adelante de un Real Zaragoza que ofensivamente da poco más de sí más allá de lo que puedan aportar sus tres delanteros. El entrenador, en gran parte para cobrar derechos de autor, por la lesión del canterano y la desorientación del senegalés ha elegido presentarse a los partidos con un solo punta. Frente al Mirandés reunió a los tres en un el que supuso un recurso demasiado elemental y nada trabajado y el reconocimiento tácito de que las limitaciones del grupo están por encima de las virtudes. El doble cambio inédito de Manu Molina y Grau, dos de sus brazos armados en el campo, ratificó una desorientación nada novedosa para buscar soluciones antes de los partidos, como ya ocurrió en la visita del Lugo, o en marcha.
La identidad que se dice tener consiste en un bloque pendiente del rival, que se refugia en una laboriosa función colectiva para erosionar al contrario y lanzarse a tumba abierta en cuanto le dejan una puerta abierta. Que sella la caja fuerte con él mismo dentro salvo que un chico de 19 años, Simeone, halle la contraseña por su cuenta y riesgo. Se supone que Carcedo estará valorando otras alternativas, como la de alinear, cuanto antes y previos ensayos de coordinación, al argentino con Azón. Esa sociedad no promete festejos inmediatos, pero sí los fuegos artificiales necesarios para anunciar un cambio sustancial hacia la valentía que podría contagiar al resto de sus compañeros. Para eso se necesita que el técnico rompa con el corsé actual y se decante por otro sistema, porque con el vigente seguirá siendo un conjunto tan difícil de ganar como de que gane. Sin gol, la derrota la tendrá más cerca que el triunfo.
De la flexibilidad del técnico, de su cintura para corregirse a sí mismo en un ejercicio de inteligencia y en nada de capitulación de su método (algo que martiriza a estos profesionales), dependerá en qué dirección saldrá el Real Zaragoza de esta triple prueba que se afronta en diez días, del lunes 3 de octubre al miércoles 12. El equipo no puede combinar jornadas correctas con otras mortecinas porque esa inconstancia acentúa su vulnerabilidad. Carcedo cuenta con una plantilla justa para competir, en absoluto, por muchos mensajes que se disparen sin discreción, para aspirar a la zona alta. «Al principio de temporada sólo pensábamos en el ascenso, pero después de estas cuatro jornadas (tras perder con el Lugo), ahora debemos ir partido a partido», explicó con sinceridad y perspectiva Francés justo después de renovar y lesionarse. El día a día implica no sólo el compromiso grupal de los futbolistas, sino la comprensión y aceptación del cuerpo técnico de que jugar así es hacerlo con fuego. Y ante el riesgo de quemarte, mejor con atrevimiento en una categoría donde no sobran los audaces. Carcedo tiene la última palabra para resetear un estilo enfocado a no sufrir daños en lugar de provocarlos, o la penúltima si Sanllehí, cómplice por otra parte de que las herramientas del técnico sean las justas, salga a escena para comunicar que en este deporte la serenidad tiene sus límites con los entrenadores. O lo que es lo mismo, que antes es la orquesta que el director.
Se diga lo que se diga, prefiero mil veces a jim con todas las limitaciones que pudiera tener. Este entrenador creo que se refugia en el ordenador y los datos para ocultar su carencia de originalidad y/o flexibilidad durante los partidos.
Lo de los delanteros de esta temporada es difícil de entender. Gueye no juega porque no tiene categoría ni para el regional. Todo apunta a una incorporación al filo de la bocina para calmar a la afición. En cualquier categoría del Real Zaragoza juegan dos puntas y no se por qué no pueden jugar juntos Azón y Simeone. Señor Carcedo esto es fútbol y no la play con la que diseña los partidos. Hay que dejar que los jugadores saquen en el juego las virtudes que hicieron que llegaran hasta aquí. ¿Vió usted señor Carcedo el partido de Las Palmas contra El Granada? Con un juego de outlet ganó Las Palmas gracias a una genialidad de J. Viera (el de siempre) y un penalti al mismo jugador,de esos que le hacen a Azón, y ahí tiene líder de la clasificación a los canarios. Si el entrenador no cambia radicalmente el estilo de juego del equipo y da libertad a la escasa magia que tienen algunos de sus jugadores, de los 9 puntos próximos en juego apenas conseguirá 3 y habrá cambio obligado de entrenador. Al tiempo.
Es el tipo de entrenador de diseño…y barato, no lo olvidemos