Desgraciadamente la situación del Real Zaragoza se pudre con la rapidez de un cadáver al sol que muestra su desgarradora forma consumida por gusanos, insectos, ratas y otros animales propios del lugar donde yazca en su tumba sin cubrir. La avalancha de rumores y comentarios boca a oído entre aficionados, amigos de los implicados, filtraciones a la prensa y burbujeo ácido en los mentideros futbolísticos, te obliga a creer que todo se va a desmoronar. También que nadie haya tomado la responsabilidad de afrontar la realidad y comparecer ante los aficionados después de la provocación de la frase «Es posible, es Zaragoza» que adornaba el exterior de la Romareda antes del hundimiento del sábado frente a Eldense.
En las redes sociales del club no se subió ninguna información durante días; tan solo alguna foto donde aparecía Guti en un segundo plano o el cumpleaños de Juanmi, así como la «final four» del Real Zaragoza juvenil frente al Las Palmas. Pero ningún comunicado del director general, rueda de prensa o explicación de lo que iba a ocurrir. ¿Por qué? Porque no sabían lo que tenían que hacer y fueron ofreciendo cargos a técnicos de la cantera del club, exentrenadores y algún candidato en paro para sustituir a Ramírez. Teniendo en cuenta que MAR sonríe ante la suculenta indemnización que percibiría después de la rescisión del contrato firmado o su continuidad hasta que la hecatombe sucediera al final de esta temporada.
Pero lo peor es que, según los cotilleos, han estado buscando también el perfil de un adjunto a Fernando López si no consigue que Jorge Mas le envíe de vuelta a Otawa o se coloque en algún equipo cercano a los propietarios del Atlético de Madrid que ahora están en otras cosas, como es lógico. Vamos, el heredero de Cristian Lapetra, entonces empleado de Heraldo de Aragón cuando la Fundación le compró por un euro el Real Zaragoza a Agapito Iglesias. ¿Quién querría ser el portavoz en estos momentos de los dueños dentro y fuera de la SAD? Yo, desde luego, no me fiaría demasiado de quien aceptase tal propuesta si realmente es verdad todo el caudal de cuchicheos, habladurías y chismorreos que me han llegado en las últimas horas. Esperaré, como Santo Tomás, a introducir mis dedos en las heridas del ungido.