Un franciscano a la orden de monseñor Aguilar

Txema Indias lanza un mensaje de máxima austeridad al gusto de la propiedad, que intenta copiar el ‘modelo Leganés’ en el Real Zaragoza

Parece que se sabe muy bien lo que quiere. También lo que exige la propiedad. Txema Indias viene avalado por su buen trabajo en el Leganés, diez años haciendo malabares en un club para subirlo primero a la élite y mantenerlo con acrobacias dignas de admiración desde su despacho de director deportivo. El Real Zaragoza le ha elegido para las dos próximas temporadas porque se ajusta como anillo al dedo a un hipotético cambio de gestión, enfocado a que aplique la metodología que utilizó en Butarque para, desde un punto de partida franciscano, alcanzar si es posible la gloria. De momento ya ha avisado que intentará hacer una plantilla sólida con lo que queda en el monedero, que no es mucho, y que con el equilibrio necesario dotará al equipo de la corteza más eficaz y gruesa para la categoría con el objetivo de encajar lo menos posible. Sus principios son buenos, pero si tiene otros, también se le pueden comprar. Mantener virgen la portería, uno de sus principales objetivos, es el primer mandamiento en Segunda y en cualquier división del planeta. «Es tan importante llevar los partidos al 0-0 como meter un tanto para llevarte los tres puntos». No le falta razón, ahora bien es muy posible que, siguiendo esa norma, si en el Parking Norte marca primero el contrario la estructura modular salte por los aires. Porque es cierto que el Real Zaragoza es un equipo de Segunda, el más veterano, pero aun arrastrando y asumiendo esa cruz en el exilio eventual de La Romareda, que además le pongan clavos de partidos infumables acabaría con su poca paciencia. Semejante martirio sólo lo justificaría un ascenso, palabra de la que por cierto ha renegado Indias como si la cargara el diablo.

Antes pasaron por el mismo sillón Miguel Torrecilla con el prestigio de su exitosa estancia en el Celta y Juan Carlos Cordero, con varios ascensos en su currículum, entre ellos un par del Granada a Primera. De Txema Indias, como de sus antecesores cuando tomaron tierra, se hablan maravillas, con acento especial en lo humano. Las novias del verano son para toda la vida hasta que comienza el curso y la rutina pone los corazones sobre los distantes pupitres de la realidad. El nuevo director deportivo se diferencia de los anteriores en que se ha alineado sin disimulo con sus mentores desde al primer minuto. ¡Qué Gabi, qué Arriaga, ni qué niño muerto! Por encima de cualquier cosa está lo que dicta Monseñor Aguilar, quien le ha ofrecido esta enorme oportunidad una vez que su etapa en el Leganés había llegado a su fin. Txema Indias tiene una labor ingente y castrense, la de formar un ejercito de soldados con los galones de la temporada pasada, que dieron justo para la permanencia, y algún oficial que capte su famoso ojo clínico para descubrir futbolistas sin nombre pero productivos. Gabi Fernández, si decide seguir, deberá ajustarse a este plan, y Kervin Arriaga, bajar sus pretensiones económicas pese al preacuerdo que se había llegado con el hondureño. El giro que va a dar el Real Zaragoza tiene toda la pinta de ser de 360 grados. Salvo que Indias consiga transformar la mini Romareda en Butarque.