El Real Zaragoza, animado por su goleada al Leganés, intentará superar al Huesca en la tabla si vence en la fortificación de El Alcoraz en un encuentro que no da para más historias
Durante años, sobre todo en la última década, se fomenta una rivalidad deportiva demasiado joven como para considerarla de primer orden, una cita de tirantez social que no corresponde al Real Zaragoza pese a su actual figura de triste peregrino de Segunda. En Huesca se vive con un poco más de intensidad este derbi artificial, pero en realidad no da para más historias que las que se quieran inyectar en la epidermis de un duelo entre dos equipos aragoneses a años luz el uno del otro en el mapa competitivo. En esta ocasión, en este presente, su altura es casi la misma, con el conjunto de Fran Escribá pujando por salvarse cuanto antes sin un gran peligro que le aceche y el de Ziganda muy lejos ya de un playoff que le ha venido grande casi siempre.
Francho Serrano ha comentado que es un encuentro «con picante» para explicar que es muy probable que suba algo la intensidad del jugador, comprometido a hacer feliz a su afición por ganar al vecino. El centrocampista, que volverá a la titularidad tras superar el proceso gripal que le impidió estar contra el Leganés, no le da mayor bombo al partido. Tampoco Escribá insistió en la percusión para hablar de un pulso atractivo por ese fondo de enfrentamiento de cercanías pero cuya forma es la misma del resto de las jornadas, los tres puntos en juego que no harán rico a nadie pero que al Real Zaragoza le permitirían superar, aun igualados a 41 puntos, al Huesca.
No será sencillo rendir El Alcoraz, una de las grandes fortalezas de la categoría donde los altoaragoneses tan sólo han cedido una derrota, frente al Cartagena, un estadio que se jacta de ser la segunda muralla goleadora del torneo después de Los Cármenes. Los azulgrana sólo han encajado siete tantos, lo que refleja con puntualidad cuál es la propuesta en su estadio. Seis de sus ocho victorias han sido por 1-0, con un par de festines de 3-0 ante Ibiza y Levante, y su media docena de empates comparten el 1-1 y el 0-0. Le cuesta sumar pero posee un alto grado de tenacidad y eficacia, de escalador de paredes rocosas y verticales que sabe hollar primero en cuanto halla un saliente para tomar ventaja.
El Real Zaragoza llega con castañuelas después del 3-0 al Leganés, y ya sin la ansiedad de tener que ganar por obligación para huir del peligro. Tampoco, pese a ese resultado, se presenta para poner farolillos en el partido. Muy al contrario. Las precauciones parece que van a imperar en el equipo de Escribá, que quiere más el balón pero que sabe hacer lo justo con él, por lo general si cae en los pies de Giuliano o en el empeine de hierro de Bebé. Como en la vuelta, la igualdad, el respeto y las limitaciones ofensivas apuntan a ser el guión a seguir, pero entonces el Real Zaragoza aplastó al Huesca. En El Alcoraz parece improbable que se derroche tanta sal. Picante sí, pero el justo en este choque en el que Escribá contará con Gámez en lugar del sancionado Luna y con Jair en lugar de Lluís López a la espera de si apuesta por dos delanteros o por uno.
No puedo estar más de acuerdo con el preciso y bien escrito primer párrafo del artículo.
Por historia, no pueden equipararse ambos equipos, y sólo por las muy negativas y excepcionales circunstancias que atravesamos podría hablarse de «derbi»o»eterna rivalidad».
No sea entendido esto como menosprecio al equipo y la afición de Huesca.