El Real Zaragoza juega en coro sólo para resistir y acaba empatando con agonía una vez desarmado su grueso y desafinado escudo defensivo (1-1)
El Resistiré del Dúo Dinámico, que acaba de perder de esta semana a Manuel de la Calva, fue la canción que interpretó a coro y desafinando un nuevo Real Zaragoza, armado hasta los dientes por Gabi Fernández para no perder en Castalia. Y no lo hizo cuando el entrenador, para evitar la tercera derrota consecutiva de la temporada, deshizo ese escudo grueso y en ocasiones grotesco en el que Saidu, un titán de tercer central y de mediocentro, Juan Sebastián y Adrián Rodríguez mantuvieron a flote a un equipo decapitado de ambiciones y triste hasta la médula en ataque. Desarticulada la línea de cinco atrás, cambiados los delanteros y recompuesto el centro del campo, un balón le cayó a Dani Gómez en el minuto 85 para batir a Amir no sin suspense. Tuvo que entrar el VAR para validar el tanto una vez comprobado que Pau Sans no había prolongado el pase, que el esférico le había llegado al punta madrileño en posición legal. El punto evita un arranque de temporada en blanco pero no oculta la monumental confusión de un conjunto que improvisa a cada jornada esperando hallar pepitas de oro en las últimas horas del mercado y de un técnico superado por su bisoñez. El Castellón lo tuvo contra las cuerdas con su avidez atacante, plena de desparpajo y riesgos asumidos para ganar, pero en el ida y vuelta, el Real Zaragoza halló una rendija par colarse y sortear otro escarnio.
Hasta diez jugadores puso Gabi Fernández por detrás del balón. Francho y Sebastián de laterales, Rado, Insua y Saidu de centrales, y Moya, Guti, Moyano y Aketxe en la segunda trinchera, con Bazdar de único representante ofensivo, con el bosnio relevado en el descanso en otro nítido mensaje hacia su pobre rendimiento. Ondeando esa bandera blanca de máxima cobardía y escasa preparación táctica, los locales no le concedieron la mínima tregua. El Real Zaragoza se agarró al deslumbrante físico de Saidu frente a la mala salud de sus compañeros de zona y a las sobresalientes correcciones de Sebastián en su nuevo cargo de lateral izquierdo para impedir el desfallecimiento absoluto. Perdida el área contraria de vista salvo en un disparo de Moyano que Amir despejó con ciertos apuros, el fútbol del Real Zaragoza se redujo a contemplar las deslenguadas y peligrosas combinaciones de Barri, Cala, Suero, Cipenga con el exclusivo objetivo de desactivarlas antes de que explotaran en el búnker de Adrián, magnífico ante un par de miuras. El equipo aragonés tiene todo el curso por delante para desintoxicarse de tantas miserias porque, si no lo logra y su entrenador pone remedio con algún planteamiento inteligible para sus jugadores por muchas limitaciones que tengan, la salvación será el gran objetivo de este proyecto.
Esperar a que en un par de días Txema Indias haga un abracadabra en la recta final de la ventana de verano es de una ingenuidad mayúscula. Traerá algo el director deportivo, aunque siempre condicionado al ritmo que marquen los otros, los futbolistas tanteados y los clubes que poseen sus derechos. Milagros no van a suceder. La mayor parte de la plantilla actual es la que va a competir, sin duda un vestuario insuficiente para aspirar a llegar más lejos de la zona tranquila de la clasificación. Eso, una campaña mansa, de transición, siempre que las peticiones del ejecutivo sean atendidas. Y, por supuesto, que Gabi Fernández madure en la toma de decisiones y deje de jugar con el sonajero de los cambios cada fin de semana. Esta vez la maniobra consistió en recuperar a Francho de lateral, prescindir de Paulino para poner a Aketxe y darle la titularidad a Bazdar en lugar de Soberón o Pau Sans. No cree a ciegas en ninguno, y sus dudas y fantasmas son las del equipo. Un poco de normalidad y de lógica no estaría nada mal. Lo único que le salió redondo fue su apuesta por Saidu. El canterano aguantó todo tipo de avalanchas y se permitió un lanzamiento zurdo al larguero, fruto de la frescura de alguien que se desenvuelve sin más ataduras que las de disfrutar, ajeno al sufrimiento de Insua y Radovanovic, que necesitan otra pretemporada para coger el tono.
El Castellón hila muy fino con sus futbolistas, la mayoría captados del big data, de confines insospechados para otros directores deportivos. Teje y teje, percute y todo lo verticaliza. El enésimo movimiento de ballet kamikaze y colectivo acabó con Cipenga batiendo a Adrián. La mordedura hizo que se activaran los relevos en busca de antídoto, recambios sin garantías, irreflexivos. Saidu se adelantó para seguir haciendo el boca a boca al centro del campo donde Aketxe salió por la puerta de atrás que tan bien conoce, Guti se fue fundido y Moya se mantuvo en su línea invisible, y entraron Dani Gómez, Pau Sans, Paulino, Valery… Se había rayado de tanto usarlo el Resistiré y el Castellón había perdonado tal cantidad de oportunidades que el encuentro reservó esa ocasión casi sin querer para Dani Gómez y un Real Zaragoza que sigue desafinando en el campo y en el banquillo, rezando a Indias, el sumo sacerdote en esta catedral del ateísmo.
CD Castellón, 1: Amir; Mellot, Salva Ruiz (Lucas Alcázar, min. 90), Alberto Jiménez, Sienra (Markanich, min. 90); Barri, Mabil, Cipenga (Gerenabarrena, min. 69), Calatrava (Doué, min. 69), Suero (Pablo Santiago, min. 63) y Camara.
Goles: 1-0 Cipenga, min. 59; 1-1 Dani Gómez, min. 85.
Árbitro: Germán Cid (comité castellano-leonés). Mostró tarjeta amarilla a Calatrava y a Cipenga por el Castellón y a Insua, Saidu y Baždar en el Zaragoza.
Con un partido planteado para no perder con una defensa de cinco, sólo la fortuna nos salvo de una goleada de escándalo.
Muy superior en todas las líneas el Castellón. Desbarajuste estratégico y táctico, facilitado por las carencias técnicas de unos jugadores, lentos, mal posicionados y con grandes dificultades en el manejo del balón.
En los diez primeros minutos, lo vimos todos, que en la banda izquierda defendída por Francho, esa extravagancia táctica inventada por el aprendiz en el banquillo, se generaron no menos de cuatro jugadas con pase de la muerte, que no acabaron en gol de puro milagro. Mientras, arriba Bazdar hacia de inútil palomero con el siempre comvidado de piedra Aketxe. Todo un recital de despropósitos que anuncian futuras catástrofes.
El equipo no es mejor que el de la pasada temporada y lo que ha venido no aporta lo suficiente.
Próximo partido con el Valladolid.
Vi su partido con el Córdoba, muy bien jugado por ambos. Estamos hoy a años luz de ellos.
Totalmente de acuerdo. El equipo no es mejor que el de la temporada pasada, como era de esperar. Sufriremos otra vez. Objetivo, los 50 puntos. Y no será fácil ni pronto.